Redacción: Carolina Herrera
A través de una señal casi invisible, tu nariz te puede indicar si te encuentras en estado de estrés o ansiedad.
Un reciente estudio demuestra la conexión impalpable entre la salud mental y la fisiología humana, a la vez que convierte a la tecnología en un aliado fundamental de la psicología.
Contando con 29 voluntarios, la Universidad de Suxxes en Reino Unido, realizó un estudio donde a través de un procedimiento que combinó cámaras térmicas y circunstancias que generan ansiedad. Se concluyó que la influencia de las emociones se puede ver reflejadas en el rostro, especialmente en la temperatura de la nariz.
Para llegar a esa conclusión, primeramente, se situó a los voluntarios a un entorno de tranquilidad donde el ruido blanco rodeaba el ambiente, este caracterizado por tener todas sus frecuencias en una misma potencia. Posteriormente, se les pidió preparar en tan solo 3 minutos un discurso donde se reflejará su trabajo soñado.
En el momento que las personas sometidas a la investigación clínica tuvieron que presentar tal narrativa ante una serie de personas desconocidas, y gracias al uso de cámaras térmicas se pudo identificar un patrón constatable: la temperatura nasal bajaba entre 3 y 6 grados. Constatando cómo la sensación de ansiedad a algo desconocido y nuevo, se permite observar en la fisiología humana. Una participante lo describió de la siguiente forma: “mientras sentía cómo se me subían los colores a la cara, la cámara térmica mostraba cómo mi nariz se volvía azul”.
Desde una mirada biológica, la explicación indica que la ansiedad desvía la sangre de la nariz hacia los ojos y los oídos, lo que genera un descenso de su temperatura. Mientras que filológicamente, el proceso deriva de tratar de tener mucha más atención, una mejor escucha y concentración.
Un marcador biológico del estrés
La implementación de esta tecnología permite a los expertos detectar variaciones térmicas producidas por el sistema nervioso simpático, el cual gestiona las respuestas de lucha o huida. De esta forma, la termografía infrarroja ahora permite medir estos cambios en tiempo real.
En cuanto a la conclusión del estudio, se pudo observar cómo en algunas personas se tardó un poco más la recuperación de la temperatura nasal. Siendo evidencia de la diferente entre capacidades regular y manejar los nervios.
“Incluso las personas entrenadas para soportar situaciones estresantes muestran una caída térmica en la nariz. Es una respuesta universal del cuerpo, un marcador biológico del estrés”, explicó la profesora responsable del proyecto, Gillian Forrester.
Con todo este contexto, este estudio crea una base en futuras investigaciones para ampliar y mejorar el conocimiento que sean de ayuda tanto en la psicología como en la salud mental. Lo que abre la puerta a una nueva alternativa para la prevención de casos clínicos leves o graves de depresión.

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