Nueva York y Washington. México y el Museo Metropolitano de Arte (Met) de Nueva York han tenido una relación de un siglo. Ahora, la presencia de la cultura mexicana en uno de los principales recintos del mundo se eleva para llegar a una nueva prominencia frente y detrás de los escenarios.
Estamos en una fase y momentos muy importantes de cómo el Met se está desarrollando, y con ello nuestra presentación, relación y reconocimiento más profundo del arte y la cultura de México a través de los siglos, afirma Max Hollein, director del museo neoyorquino en entrevista con La Jornada.
Hollein resaltó como ejemplos una gran exposición especial de grabados mexicanos programada para septiembre; la reapertura del ala renovada Michael Rockefeller de Arte Antiguo, donde la colección prehispánica será un componente importante; nuevas adquisiciones para la colección de arte moderno, y que el diseño de la nueva ala de arte moderno y contemporáneo estuvo a cargo de una arquitecta mexicana.
Tenemos un involucramiento con esa cultura de múltiples formas, queremos resaltar eso, pero también demostrar que ésta es una relación muy larga. Enfatizó que el Met, como un museo universal, realmente debe ser un reflejo profundo de la cultura mexicana para nuestro público global, pero también para la comunidad mexicana que está aquí, en Nueva York, y en esta región.
Este giro se expresó con la grandiosa exhibición en 2022 de Las vidas de los dioses: La divinidad en el arte maya, cuya curadora principal fue la mexicana Laura Filloy, quien ahora forma parte del equipo dedicado a la reapertura de la masiva ala de arte antiguo en 2025 (https://www.jornada.com.mx/2022/11/ 16/cultura/a03n1cul).
El director acaba de regresar de un viaje a México, lo cual hace varias veces al año para verse con sus homólogos, incluyendo a nuestro gran amigo Antonio Saborit, director del Museo Nacional de Antropología; también con el de Bellas Artes, donde se reunió con la arquitecta mexicana Frida Escobedo, encargada de la nueva área de arte moderno y contemporáneo, el proyecto de infraestructura más importante del museo en su historia pública.
Indicó que habrá varios cambios notables en la renovación de estas famosas salas de arte antiguo de Mesoamérica, África y Oceanía. Subrayó: “donde sea posible, queremos resaltar la autoría; habrá una presentación perfecta del objeto, pero también del creador… Se hace eso sobre pinturas europeas, aun si no tienes el nombre del artista, lo identificas como parte de un grupo, y los llamamos ‘maestros’. Queremos hacer eso para asegurar que apreciamos, investigamos y contextualizamos estas obras (prehispánicas) de la misma manera”.
Informó que la presentación apropiada de estas piezas fue desarrollada en asociación y amistad de nuestros colegas en México. Hubo talleres en el Museo Nacional de Antropología, en los que se desarrolló esto. Y aquí trabaja en ello Laura Filloy, una curadora preeminente (que antes trabajaba en el Instituto Nacional de Antropología e Historia).
La exposición sobre grabado mexicano –Mexican Prints at the Vanguard–, que abrirá en septiembre, resalta parte de una colección permanente que se inició en los años 20 del siglo pasado y que hoy día supera 2 mil grabados muy bien conservados, informó Hollein.
El propósito de esta exposición de más de 130 obras es marcar el logro extraordinario del grabado mexicano, pero también “si hablamos de ahora mismo, no sólo sobre la complejidad de la política, sino también del activismo y ciertas agendas que se están articulando, a veces no de arriba hacia abajo, sino por un proceso democrático más amplio, pienso que los grabados mexicanos y su elaboración pueden mostrar algunas de las raíces.
También creo que mucho del grabado activista que hay aquí en Estados Unidos, pensando en lo que ocurrió en los años 60 y 70, fue claramente influenciado por los grabados mexicanos; esa será una revelación para algunos.
Hollein agregó que está nutrida por la creatividad, pero también de una creencia firme de que el arte puede y debe cambiar al mundo. Entre los artistas gráficos se incluye a José Guadalupe Posada, Diego Rivera, José Clemente Orozco y Leopoldo Méndez, entre otros.
Al preguntarle qué será diferente para el público cuando ingrese a las salas de arte antiguo remodeladas, Hollein dijo que el visitante “tendrá la experiencia de un espacio muy diferente. Antes, la escenografía estaba poco iluminada, un poco del corazón de la oscuridad; vamos exactamente en sentido opuesto… estará lleno de luz. A la vez, todos estos objetos serán presentados como obras de arte. Junto a eso, daremos a estas obras mucho contexto, mucho entendimiento de las culturas, de dónde provienen y cómo son diferentes entre sí.
“Se ha realizado mucha investigación en los pasados 50 años. Queremos que eso quede reflejado en las exhibiciones de la colección. Argumentaría que no hay otro museo de nuestra escala que invierta tanto financieramente, pero también de manera creativa, en la exhibición de nuestras colecciones permanentes.
“Si alojamos estas colecciones –y en algunos casos hay acervos extraordinarios fuera de los países de origen–, tenemos una responsabilidad de hacer no sólo la difusión del entendimiento de estos países, sino también las presentaciones más interesantes y profundas sobre las culturas.”
Hollein fue nombrado director del Met en 2018 con la tarea de renovar y transformar una institución de más de 150 años.
Sobre cómo ha impulsado estos cambios, respondió que, por un lado, “apreciamos las obras de arte por su calidad estética y su ingenio artístico, pero, por el otro, también queremos asegurar que el público vea, entienda, aprecie y tal vez hasta se fascine por ellas, y que entienda que el arte existe en un contexto complejo social, histórico, económico y político.
Con frecuencia tiene una agenda; con ello puedes asegurar que el arte no sólo se vea más relevante, sino que de repente tiene algo qué decir sobre nuestro momento contemporáneo.
Concluyó, en su oficina dentro de uno de los museos de arte más grandes del planeta: “si entiendes que un objeto del siglo XV está fantásticamente elaborado, pero también es un símbolo puro de propaganda, básicamente entiendes que algunos de los elementos que vemos hoy en juego también se han jugado a lo largo de siglos.
O sea, el arte no existe en un vacío, no existe en su propio lugar sagrado. Más frecuentemente no tenía que ejercer una agenda; eso es algo muy importante que se tiene que ver, y a veces hasta la percepción de una obra cambia a lo largo de siglos. Es fascinante.
FUENTE: LA JORNADA +
¿Te gustó nuestra nota? ¡Contáctanos y deja tu comentario! AQUÍ
Conoce nuestra red ANCOP Network AQUÍ
Agregar comentario