Durante el fin de semana del Gran Premio de México, celebrado en las cercanías del Autódromo Hermanos Rodríguez, la influencer colombiana, Sara Orrego, recurrió a la plataforma TikTok para compartir una desgarradora historia de presunto intento de robo por parte de un taxista en la Ciudad de México. A pesar de que el incidente se resolvió a favor de la víctima, las circunstancias que rodean el caso arrojan interrogantes y preocupaciones.
El relato de la estafa fue transmitido por esta influyente creadora de contenido colombiana, cuya audiencia contribuyó a que el incidente se volviera viral y, en última instancia, sirviera como advertencia para futuras posibles víctimas de estafas similares.
En el video compartido, la denunciante relató cómo, antes de salir del taxi, el conductor pasó dos de sus tarjetas de crédito en un dispositivo conocido como “datáfono”. Tras este acto, recibió un mensaje de su banco en Colombia, que le informaba de un cargo equivalente a 18,000 pesos mexicanos.
Desesperada por la situación, la joven influencer solicitó asistencia policial, y las autoridades acudieron para abordar el caso. El taxista fue forzado a reembolsar el dinero robado, aunque es relevante destacar que la suma fue devuelta en efectivo, lo cual provocó preguntas y especulaciones entre los comentarios en las redes sociales, ya que muchos se cuestionaron por qué la influencer llevaba consigo esa cantidad en efectivo.
Otro aspecto destacable en este incidente ampliamente difundido en las redes sociales es que el taxi supuestamente involucrado no cumplía con las regulaciones para operar como transporte público individual en la Ciudad de México. Las imágenes capturadas mostraban que el vehículo no cumplía con las normas de rotulado ni con la correcta exhibición del tarjetón de identificación, lo que plantea preocupaciones adicionales en torno a la seguridad de los pasajeros.
Según el Manual de Imagen para el Transporte Público Individual de Pasajeros, los taxis en la Ciudad de México deben cumplir con ciertos requisitos, incluyendo el uso de colores específicos, la colocación de un rótulo “TAXI” en color negro, la presencia del logotipo de la CDMX, y la exhibición de la placa del vehículo, entre otros detalles.
A pesar de estas infracciones evidentes, el taxista presuntamente involucrado fue liberado. Esto ha generado un debate sobre la necesidad de una mayor regulación y supervisión de los servicios de taxi en la Ciudad de México para garantizar la seguridad de los pasajeros y prevenir futuros incidentes similares.
El caso de Sara Orrego se ha convertido en un llamado de atención para los pasajeros y las autoridades, destacando la importancia de mantener la seguridad y transparencia en el transporte público individual en la Ciudad de México.
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