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La proeza de William Kamkwamba en Malaui: El ingenio que domó el viento

William Kamkwamba

Redacción Amairany Ramírez  

Una historia real sobre cómo un adolescente, enfrentado a la hambruna y la adversidad, utilizó un libro de ciencias y chatarra para llevar energía y agua a su comunidad, convirtiéndose en un símbolo de innovación y perseverancia en África rural. 

La película africana El niño que domó el viento (2019) nos sumerge en la conmovedora historia real de William Kamkwamba, un joven de 13 años que, ante la devastadora sequía que azotó a la región rural de Malaui, se ve obligado a dejar la escuela. Dirigida por Ejiofor Chaiwetel, esta cinta no es solo un relato de supervivencia, sino una poderosa reflexión sobre el derecho a la educación, la transición energética y la resiliencia humana frente a la adversidad socioambiental. 

La trama se desarrolla en un contexto de pobreza extrema, donde las condiciones económicas han empeorado drásticamente debido al mal clima. La crisis alimentaria no solo afectó a la familia de William, sino a toda la aldea, obligando a los ciudadanos a dejar de pagar las matrículas escolares, a abandonar los estudios y a enfrentarse a un futuro incierto donde apenas podían comer una vez al día. Los problemas en Malaui se agravaban por la deforestación causada por las grandes compañías madereras, lo que eliminaba las barreras naturales y provocaba inundaciones durante las temporadas de lluvia. En este círculo vicioso de desesperación, donde la falta de sustento vital llevó al pillaje y al vacío comercial, el ingenio se impuso como única salida. 

A pesar de que sus padres no podían afrontar el gasto de la escuela, el deseo de William por adquirir conocimientos no se detuvo. El joven, con una mente curiosa, acudía a la biblioteca para leer libros, alimentando su pasión por el aprendizaje. Previamente, William ya había demostrado una aptitud para la electrónica al montar un pequeño negocio local de reparación de radios. Esta experiencia fue clave cuando descubrió, en un libro de ciencias titulado “Using Energy” (Utilizar la energía), la solución para salvar a su comunidad de la hambruna. 

Inspirado por el libro, William se propuso construir un aerogenerador utilizando únicamente chatarra, su ingenio y la perseverancia. Entre los materiales que recolectó en un desguace local se encontraban árboles de goma azul, metal, tubos de plástico y piezas de bicicleta, incluyendo el cuadro de la bicicleta de su padre y un dínamo. La meta era clara: crear un molino de viento capaz de generar energía eólica y, con ella, accionar una bomba de agua conectada a un pozo. Su proeza, que en un inicio generó incomprensión, resultó en la salvación: el molino de William logró llevar electricidad a su casa y, crucialmente, bombear el agua necesaria para regar los cultivos. Esto permitió a su población natal, Wimbe, realizar dos cosechas anuales, algo impensable hasta entonces. 

El director Chiwetel Ejiofor, que debutó con esta película y se reservó el papel del padre de William, logra esquivar los estereotipos simplistas que a menudo presenta Hollywood sobre África. Ejiofor se enfocó en la verosimilitud, filmando en Malawi y utilizando el idioma local, chichewa, alternándolo con el inglés de la élite. La cinta logra transmitir una línea interesante de tensión entre la tradición (la fe ciega en orar por la lluvia) y la modernidad (el pragmatismo de buscar soluciones tecnológicas), reflejando el deseo de progreso. 

Esta obra, basada en la biografía escrita por el propio William Kamkwamba, subraya que la historia no terminó con el invento. La invención de William, que lo hizo famoso y lo llevó a participar en conferencias TED y eventos como Google Science Fair 2011, le permitió volver a estudiar y obtener un título de ingeniero en Dartmouth College, parte de la prestigiosa Ivy League. El niño que domó el viento es una fábula edificante que celebra el potencial de la curiosidad y la determinación, recordándonos que los libros de no ficción pueden, de hecho, cambiar el destino de una familia y hasta de un país. Es una recomendación obligada para quienes creen en la fuerza del espíritu humano. 

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