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Alimentos clave: tu defensa contra el cáncer de próstata

Alimentos

Redacción: MaJo Gutiérrez 

El cáncer de próstata es el tumor más común entre hombres y una causa significativa de mortalidad masculina, con alrededor de siete mil muertes anuales. Su diagnóstico tardío es frecuente debido a la resistencia de los hombres a un monitoreo regular de su salud prostática. La endocrinóloga Samara Palma, del Hospital Universitario La Paz, España, destaca que la alimentación puede reducir hasta un 15% el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Un patrón dietético saludable, similar a la dieta mediterránea, es fundamental, priorizando frutas, verduras, pescado y legumbres, y minimizando el consumo de grasas animales, ultraprocesados y azúcares. 

Ciertos alimentos específicos han demostrado tener propiedades protectoras significativas. El tomate, gracias a su alto contenido de licopeno, protege las células prostáticas del deterioro, y este antioxidante también se encuentra en otras frutas rojas como la sandía y la guayaba. La granada es otro potente aliado, ya que sus polifenoles como la luteolina y el ácido elágico pueden inhibir el crecimiento y la migración de células cancerosas de próstata. El té verde, rico en polifenoles, ha mostrado en estudios que puede reducir el tamaño y crecimiento tumoral, mientras que el aceite de semilla de calabaza y la linaza aportan compuestos antiinflamatorios y efectos anticancerígenos, respectivamente. 

Las verduras crucíferas como la coliflor, el brócoli y la col, contienen sulfofafano, una sustancia que repara los daños celulares. Por su parte, la soya y otras legumbres, ricas en isoflavonas, ayudan a regular los niveles de testosterona y previenen el aumento del tamaño de la próstata. Las algas también son valiosas por su contenido de quercetina, bioflavonoides y kaempferol, antioxidantes naturales que contribuyen a la prevención. Es vital incorporar estas opciones en la dieta diaria, manteniendo un consumo moderado de carne roja y priorizando proteínas naturales. 

Además de la nutrición, el ejercicio físico es un complemento esencial, especialmente para aquellos ya diagnosticados, pues mejora la calidad de vida y la efectividad de los tratamientos. Aunque la evidencia en prevención no es tan contundente como en otros cánceres, se sabe que una vida activa mejora el entorno fisiológico y la salud general, subrayando que la combinación de una dieta consciente y actividad física es clave para combatir este padecimiento. 

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