La columna del día Ricardo Burgos

LOS DUEÑOS DE EQUIPOS , CULPABLES DEL NUEVO RETROCESO DEL FUTBOL MEXICANO

LOS DUEÑOS DE EQUIPOS , CULPABLES DEL NUEVO RETROCESO DEL FUTBOL MEXICANO

Por Ricardo Burgos Orozco

Fui reportero de Deportes durante cuatro años. Como a muchos que inician, durante un tiempo largo me mandaron a cubrir los entrenamientos de los equipos capitalinos de Primera División del futbol mexicano; era mediados de los años setenta. Eso me permitió conocer y hacerme amigo de algunos jugadores como Agustín Manzo, Enrique Vázquez del Mercado, Miguel Mejía Barón, Genaro Bermúdez, Arturo Vázquez Ayala, Evanivaldo Castro Cabinho, Hugo Sánchez, Juan José Muñante, Miguel Marín, Fernando Bustos, y entrenadores como José Antonio Roca, Jorge Marik y Carlos Miloc, entre muchos más.

Era un tiempo en que el balompié nacional navegaba en la mediocridad internacional, después del fracaso enorme en el Mundial de Argentina en 1978, pese a que tenían mucho éxito comercial los torneos con liguilla, al estilo del futbol americano de los Estados Unidos, aunque eso significaba una virtual injusticia ya que no siempre obtiene el campeonato el equipo que haga el mayor número de puntos, como sucede en casi todo el mundo. Esa incongruencia aumentó con la imposición de torneos cortos en 1996, es decir dos equipos se coronan en un año, una tontería, pero que deja muchas más ganancias.

Durante varios años se fue haciendo costumbre que la selección mexicana tuviera un éxito relativo en los Mundiales desde México en 1986 hasta 2018 en Rusia. Cuando pasaba a la siguiente ronda y comenzaba a tener jugadores de exportación; los máximos exponentes fueron Hugo Sánchez y Rafael Márquez; uno en el Real Madrid y el otro en el Barcelona. También estaba Javier Hernández, aunque él no brillo tanto como los dos anteriores.

Sin embargo, la ambición por el dinero y las desmedidas ganancias por parte de los dueños de los equipos, han hecho que en los años recientes el futbol mexicano vaya nuevamente en retroceso, ahora más grave que en los años anteriores a 1982. Se vio en el Mundial de Catar cuando la selección nacional no pudo pasar la ronda de grupos: perdió con Argentina, empató con Polonia y le ganó a Arabia Saudita.

Y eso no es lo más grave. A consecuencia del descuido en el aspecto deportivo por parte de los directivos, se hicieron viejos o se retiraron los jugadores mexicanos de calidad internacional, que México tenía hasta hace poco tiempo. Los entrenadores de fuerzas básicas no tienen los recursos y el apoyo de antes para encontrar nuevos valores y, muchos otros, se dedican a pedir dinero a los papás de los jugadores o a los mismos jugadores, para asegurarles una titularidad que no merecen.

Hay que sumar el gran número de extranjeros que contratan los dueños, la mayoría sin calidad y nivel; sólo porque son de otro país, los dirigentes son embaucados por promotores sin escrúpulos que se aprovechan de la ignorancia de los directivos. Y además, eliminaron la regla de alinear a jugadores jóvenes y el ascenso y descenso, que también servía como aliciente al futbolista mexicano novato.

La mayoría de los futbolistas mexicanos cree tener méritos para ir a probarse a Europa; se van, no dan el ancho y regresan muy pronto para refugiarse en algún equipo de Estados Unidos o mexicano que lo quiera contratar. Y los jugadores nacionales que se mantienen en el Viejo Continente están pasando sin pena ni gloria por allá, pero dicen: “estoy jugando en Europa”.

Lo peor de todo es que se está acabando la materia prima para la selección nacional. Ya no hay jugadores de calidad que vistan la camiseta de México, en ninguna de las posiciones, desde la portería hasta la delantera. Dénme nombres.

Esa realidad se va a reflejar en la Copa América de Estados Unidos; México hará un triste papel, con un entrenador como Jaime Lozano, novel, sin calidad, poca experiencia y sin pies ni cabeza. Y el panorama es también muy sombrío para el Mundial de 2026, aunque sea en parte aquí, en Estados Unidos y Canadá.

Seguro eso no importa a los dueños y directivos del futbol mexicano mientras sigan teniendo mucho éxito financiero — con estadios llenos — los partidos moleros que organizan en cualquier ciudad de Estados Unidos en los cuales se llevan carretadas de dólares. Pobre futbol mexicano.

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