En un rincón de la bulliciosa Ciudad de México, específicamente al sur de la Avenida de los Insurgentes, se erige un monumento peculiar, uno que rinde homenaje a un fiel amigo de cuatro patas: un perro callejero. Esta estatua, conocida como “Peluso”, ha capturado la atención y la curiosidad de los transeúntes, pero más allá de su singularidad visual, encierra una historia conmovedora que merece ser contada.
La génesis del monumento
Detrás de este monumento con alma canina se encuentra la dedicación y el amor de Paty Ruíz, fundadora del santuario Milagros Caninos. Fue su iniciativa la que llevó a las autoridades de la alcaldía de Tlalpan a aprobar la creación de este monumento tan especial. En colaboración con la talentosa escultora Girasol Botello, egresada de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), dieron vida a esta emotiva representación.
El Vínculo con «Peluso»
La inspiración detrás de este monumento radica en la historia de un perrito callejero que dejó una huella imborrable en el santuario Milagros Caninos. Este canino, conocido como «Peluso», era un perro de avanzada edad que conquistó los corazones de quienes lo conocieron en el refugio. Aunque su tiempo en Milagros Caninos fue breve, su inocencia y ternura dejaron una marca indeleble en la comunidad.
Un homenaje perenne
Tras el fallecimiento de «Peluso», surgió la idea de erigir un monumento en su memoria, una manera de honrar su vida y legado. La réplica exacta del Monumento al Perro Callejero se convirtió en un tributo perpetuo a la presencia amorosa y reconfortante de «Peluso». Sus cenizas descansan cerca de esta réplica, recordándonos la importancia de valorar y proteger a los compañeros de cuatro patas que comparten nuestras vidas.
Un recordatorio de amor
El monumento de «Peluso» no solo es una obra de arte, sino también un recordatorio tangible del amor incondicional que los animales pueden brindar y de la importancia de brindarles cuidado y protección. A través de esta estatua, se celebra la vida y el legado de un perrito callejero que, aunque pudo haber sido olvidado en las calles de la ciudad, encontró un lugar especial en los corazones de aquellos que lo cuidaron y amaron.
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