Redacción: Naomi Vargas
El reciente incremento del salario mínimo a $315 diarios ha encendido alertas entre policías y cuerpos de seguridad, quienes reivindican que este cambio debe ir acompañado de mejoras en condiciones laborales. Organizaciones y sindicatos piden que el ajuste refleje también prestaciones, equipo y estabilidad. La seguridad, coinciden, no mejora solo con sueldos, sino con respaldo integral.
El anuncio del aumento al salario mínimo hasta 315 pesos diarios, el ajuste más alto en 15 años según autoridades toca una fibra sensible en cuerpos de seguridad y policías municipales del país. Muchos agentes consideran que este incremento debería servir como una oportunidad para revisar sus condiciones laborales, mejorar sueldos reales, prestaciones, equipo y mecanismos de protección.
Durante décadas, y especialmente en los últimos años, numerosos cuerpos policiales en México han denunciado bajos salarios, falta de equipo, demoras en pagos y un contexto de alto riesgo institucional. El ajuste al salario mínimo, explican algunos sindicatos, no basta si no viene acompañado de una política seria de dignificación del servicio público.
Las organizaciones que agrupan a policías en retiro, viudas y excombatientes han hecho un llamado para que este aumento se refleje también en pensiones, aguinaldos, equipos de seguridad y la mejora de infraestructura en zonas de alto riesgo. En su opinión, un salario digno es apenas un paso: lo crucial es garantizar protección real para quienes arriesgan su vida por la seguridad de todos.
A nivel nacional, autoridades de seguridad reconocen que el país necesita reformar el sistema de compensaciones de los cuerpos policiales, no solo en lo económico sino también en su capacitación, bienestar psicológico y cobertura médica. El debate actual se centra en si los recursos públicos permitirán traducir el aumento mínimo en mejoras estructurales.
Por su parte, organismos civiles y defensores de derechos humanos advierten que el salario, aunque importante, no soluciona problemas más profundos: corrupción, impunidad, falta de rendición de cuentas, impunidad laboral y el desgaste físico y mental al que están sometidos muchos agentes. Sin reformas reales, un sueldo mayor puede convertirse en poco más que una cifra.
Algunos gobiernos locales ya han prometido que parte del ajuste irá dirigido a policías municipales, lo que ha generado expectativas, pero también escepticismo: cómo garantizar que los recursos lleguen a quienes deben, y que no se diluyan antes de mejorar condiciones.
La pregunta central: ¿El aumento al salario mínimo será una ventana para dignificar a los cuerpos de seguridad, o sólo un paliativo simbólico? Si no se complementa con derechos, prestaciones y seguridad institucional, el riesgo de desgaste, violencia y abandono sigue latente.
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