Redacción: Andrea Zamora
Un reciente estudio sugiere que consumir alrededor de 40 g de nueces en la cena puede ayudar a conciliar el sueño más rápido y a reducir la somnolencia diurna.
Consumir un puñado de nueces en la cena —aproximadamente 40 gramos— podría tener efectos positivos sobre el descanso nocturno. Así lo revela una investigación de la Universidad de Barcelona, publicada en la revista *Food & Function, en la que participaron 76 adultos jóvenes sanos de entre 20 y 28 años, de los cuales el 85 % eran mujeres.
Durante ocho semanas, los participantes consumieron nueces diariamente en la cena y se controlaron diversos parámetros: biomarcadores de melatonina en orina (en concreto el 6-SMT), latencia para dormir, despertares nocturnos, eficiencia del sueño y somnolencia al día siguiente. Los resultados mostraron que el grupo que incorporó las nueces experimentó un aumento en los niveles del biomarcador de melatonina, tardó menos en conciliar el sueño (una media de 1,3 minutos menos), reportó mejor calidad de sueño y menor somnolencia diurna.
Los autores explican que este beneficio puede atribuirse a la combinación de varios nutrientes presentes en las nueces: triptófano (un precursor de la melatonina), melatonina vegetal, magnesio y vitaminas del grupo B. En concreto, las nueces contenían unos 84,6 mg de triptófano, 118 ng de melatonina vegetal, 45 mg de magnesio y aproximadamente 0,2 mg de vitaminas B5 y B6.
Este hallazgo se suma a investigaciones previas que ya habían vinculado una adherencia más alta al patrón de dieta mediterránea con una mejor calidad del sueño. En uno de esos estudios, las nueces ya habían surgido como uno de los alimentos más relacionados con mejoras en el descanso.
No obstante, los investigadores subrayan que aunque los resultados son prometedores, hacen falta más estudios para confirmar estos efectos sobre otros grupos de edad, personas con trastornos del sueño o con condiciones particulares.
En cuanto al consejo práctico, meter un puñado de nueces en la cena o como snack nocturno puede constituir una medida sencilla dentro de un estilo de vida saludable orientado al buen dormir. Pero este tipo de intervención alimentaria debe acompañarse de hábitos básicos: cena ligera, evitar comidas muy pesadas o altas en azúcares y grasas justo antes de dormir, mantener un horario regular de sueño, ambiente adecuado para el descanso, y limitar pantallas o estímulos luminosos en la hora previa al sueño.
En resumen, más allá del tradicional “un buen colchón” o una “habitual rutina nocturna”, lo que se encuentra en el plato antes de ir a la cama empieza a cobrar relevancia. Un pequeño puñado de nueces podría convertirse en un aliado inesperado para mejorar la calidad de ese descanso que tantas veces se ve perturbado por hábitos alimentarios y de vida.
¿Te gustó nuestra nota? ¡Contáctanos y deja tu comentario! AQUÍ
Conoce nuestra red ANCOP Network AQUÍ



Agregar comentario