Redacción: Hena M. Andrés Cuevas
Desde un pequeño archipiélago en el Atlántico, Cabo Verde dio el gran salto al escenario mundial. Con una campaña ejemplar, los Tiburones Azules aseguraron su lugar en el Mundial 2026 y escribieron una nueva página en la historia del fútbol africano.
La selección de Cabo Verde logró un hecho sin precedentes al clasificar por primera vez en su historia a una Copa del Mundo. El pequeño país africano, de poco más de medio millón de habitantes, aseguró su boleto al Mundial de 2026 tras vencer 3-0 a Esuatini en la última jornada de las eliminatorias africanas, disputada en el Estadio Nacional de Praia.
El conjunto dirigido por Pedro “Bubista” Brito mostró solidez y carácter en un partido que lo consagra como una de las sorpresas más gratas del fútbol africano. Los goles de Dailon Livramento, Willy Semedo y Stopirasellaron una victoria que desató la euforia en las gradas y en todo el país. Con este resultado, los Tiburones Azules alcanzaron 23 puntos y aseguraron el primer lugar de su grupo, superando a Camerún, que no pasó del empate ante Angola.
El pitazo final en Praia fue el inicio de una celebración nacional. En las calles de la capital y en las principales islas del archipiélago, miles de personas festejaron el logro con banderas, música y fuegos artificiales. El gobierno incluso decretó un día de descanso para conmemorar el histórico resultado, símbolo de orgullo para una nación que, hasta hace pocos años, apenas soñaba con competir en la élite del fútbol internacional.
Cabo Verde se convierte así en uno de los países más pequeños en alcanzar una Copa del Mundo, siguiendo el ejemplo de Islandia en 2018. Su clasificación no solo representa una hazaña deportiva, sino también un mensaje de perseverancia y desarrollo dentro del continente africano.
El camino hacia este logro fue largo. Cabo Verde, que obtuvo su independencia de Portugal en 1975, comenzó su historia futbolística con modestia. Su federación fue reconocida por la FIFA en 1986, y durante muchos años permaneció fuera del radar competitivo. Sin embargo, en la última década el país mostró un progreso sostenido. Su primera participación en la Copa Africana de Naciones en 2013, donde alcanzó los cuartos de final, fue la señal de que un nuevo ciclo había comenzado.
Una parte esencial de este crecimiento ha sido el aprovechamiento del talento caboverdiano en la diáspora. Muchos de sus futbolistas nacieron o se formaron en Europa, especialmente en Portugal, Países Bajos y Francia, y han aportado experiencia y calidad al equipo nacional. Bajo la dirección de Bubista, quien asumió el mando en 2020, la selección encontró un estilo propio basado en la disciplina táctica, la fortaleza defensiva y la solidaridad dentro del campo.
Con su boleto al Mundial 2026, Cabo Verde entra a una nueva etapa en su historia futbolística. Para los Tiburones Azules, cada partido en el torneo será una oportunidad para demostrar que el fútbol también florece en los lugares más inesperados. Lo que comenzó como un sueño en una nación de islas, hoy se convierte en una realidad que resonará en todo el mundo.
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