Por Ricardo Burgos Orozco
Los tiempos han cambiado en los últimos 40 años en México. Me tocó ser reportero cuando el Partido Revolucionario Institucional tenía la hegemonía del poder, ganaba todas las elecciones, hasta de jefes de manzana; por eso era considerado un dinosaurio de mil cabezas, que acaparaba la presidencia de la república, las 31 gubernaturas del país y del entonces gobierno del Distrito Federal.
Los malos gobiernos, los pésimos dirigentes, alejados paulatinamente de la gente, del pueblo, como se dice ahora, y la corrupción en todos los ámbitos, fueron determinante para que el PRI fuera perdiendo el poder. De aquel “carro completo” en las elecciones federales y locales en estos recientes comicios del pasado 2 de junio, recibieron una magra votación que no rebasó el 11 por ciento del total.
Quien no parece darse cuenta del declive de su partido, es Alejandro Moreno Cárdenas, exgobernador de Campeche y líder del tricolor desde 2019. Habla y actúa como en los tiempos del PRI soberano, soberbio, prepotente, engallado contra sus propios militantes, lo que ha determinado que muchos de ellos han preferido brincar a otras organizaciones como Miguel Ángel Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu.
Pero la historia cuenta de muchos personajes que fueron priistas y ahora militan en otros partidos políticos, principalmente en Morena. El propio Andrés Manuel López Obrador alguna vez fue priista; Manuel Bartlett, director de la Comisión Federal de Electricidad; Julio Menchaca, ahora gobernador de Hidalgo por Morena, pero militante del PRI por 40 años; Alfredo del Mazo González, exgobernador del Estado de México y que espera un cargo en el nuevo gobierno federal a partir de octubre de 2024; Claudia Pavlovich, exgobernadora de Sonora y ahora cónsul en Barcelona, España.
“Alito” Moreno no se ha dado cuenta que su gestión encamina al PRI a la extinción, lo que ya ocurrió con el Partido de la Revolución Democrática, que consiguió en estas elecciones menos del 3 por ciento de los votos y la ley obliga a su desaparición. El exgobernador de Campeche, sin embargo, se aferra al poder y no quiere dejar la presidencia del partido, pese a que va a ser senador plurinominal porque él mismo se registró en el primer lugar de las listas nominales.
El futuro no es nada halagüeño para el PRI. Ahora va a ser la cuarta fuerza política en el Congreso de la Unión, detrás de los partidos Verde Ecologista y Acción Nacional. La mayoría de la gente ya no quiere al PRI porque representa lo peor de los malos gobiernos y la corrupción. Ahora Morena está en la parte alta de las preferencias populares.
El Movimiento de Regeneración Nacional es ahora el nuevo dinosaurio; ese que gana elecciones, que arrasa, en el que los políticos de otros partidos quieren pertenecer porque ahí también limpian sus culpas. He afirmado que Morena es un partido de un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador. Ya veremos qué va a pasar después del 1 de octubre cuando el hombre de Macuspana deje de ser presidente.
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