La elección presidencial de 2018 en México marcó un acontecimiento histórico al poner fin al dominio de más de 70 años de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), con la victoria abrumadora de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Esta elección representó un llamado de la sociedad mexicana por un cambio radical ante décadas de políticas neoliberales, especialmente en el ámbito de la salud.
El mandato de López Obrador se inició con la promesa de transformar el sistema de salud mexicano, abogando por la cobertura universal y gratuita, especialmente para los más desfavorecidos. Sin embargo, la implementación del Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI), que buscaba materializar esta visión, enfrentó obstáculos significativos. La pandemia de COVID-19 exacerbó los desafíos preexistentes, revelando deficiencias crónicas en el sistema de salud, incluida la falta de personal, equipo y suministros médicos.
Tras dos años de intentos con el INSABI, el gobierno de López Obrador ha dado un giro al optar por el modelo del IMSS-Bienestar, conocido como Modelo de Atención Integral a la Salud (MAIS). Este cambio ha generado incertidumbre y críticas, ya que el MAIS, aunque exitoso en áreas rurales dispersas en el pasado, puede no ser adecuado para abordar las necesidades de las poblaciones urbanas actuales.
Por otro lado, Claudia Sheinbaum, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, propone un plan nacional transexenal para coordinar las instituciones de salud pública en todo el país. Su enfoque incluye la vinculación del sector privado al modelo de salud pública y el fortalecimiento del IMSS Bienestar.
Ambos enfoques tienen como objetivo mejorar el acceso y la calidad de la atención médica en México, pero existen diferencias significativas en cuanto a la implementación y el alcance. Mientras que el gobierno actual parece retroceder hacia un modelo anterior, Sheinbaum busca avanzar hacia una mayor integración y modernización del sistema de salud.
Uno de los logros más significativos de Kershenobich a principios del actual sexenio fue el acceso universal y gratuito a pruebas de detección y medicamentos para la eliminación de la hepatitis C. Este logro es particularmente relevante debido al alto costo de los tratamientos, que anteriormente eran inalcanzables para la mayoría de los pacientes. La implementación de estas políticas no solo demuestra su enfoque en la equidad en salud, sino también su habilidad para lograr cambios sustanciales y beneficiosos en el sistema de salud.
Kershenobich prevé cambios en el sector salud y ha manifestado su intención de apostar al diálogo con todos los sectores para avanzar. Su énfasis en la prevención de enfermedades y la investigación de temas como las enfermedades raras es indicativo de una visión estratégica y de largo plazo. La prevención es un componente esencial para mejorar la salud pública y reducir los costos a largo plazo, mientras que la investigación en enfermedades raras puede traer innovaciones y mejorar la calidad de vida de pacientes con condiciones poco comunes.
En medio de estos cambios, la población mexicana espera con ansias mejoras tangibles en el sistema de salud, que históricamente ha sido deficiente para muchos. Queda por verse cuál de estas propuestas será más efectiva para abordar las necesidades de salud de la población y cumplir con las expectativas generadas por el cambio de gobierno en 2018.
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