Redacción: Daniela Paredes Rocha
Varias selecciones nacionales se niegan a jugar un partido designado por la FIFA como apoyo al Orgullo LGTB, hablando sobre un debate de derechos humanos, diversidad e inclusión en el futbol internacional rumbo al Mundial 2026.
La Selección de Irán impidió que la FIFA designara su partido contra Egipto en la Fase de Grupos del Mundial 2026 como ‘Partido del Orgullo LGBTQ+’, calificando como una decisión sin sentido, dado que la homosexualidad está penalizada en ambos países.
Tanto Irán como Egipto ya han protestado su rechazo. “Es una decisión irrazonable que parece favorecer a un grupo distinto. Sin duda, se hablará de este asunto”, afirmó el presidente de la Federación de Fútbol de Irán, Mahdi Taj, en declaraciones a la televisión estatal de su país.
El rechazo.
El encuentro entre Irán y Egipto se llevará a cabo en el estadio Lumen Field de Seattle, el próximo viernes 26 de junio, fecha que coincide con el inicio del fin de semana del Orgullo LGBTQ+ en esa ciudad. Por ello, el comité organizador local había señalado previamente que el partido estaría dedicado en apoyo a esta comunidad.
El fin de semana pasado se confirmó que las selecciones de Egipto e Irán jugarán el encuentro como parte del Grupo G, pero de inmediato esto generó el rechazo de ambos países musulmanes donde las leyes vigentes penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo.
Aun así, el Comité Asesor de Partidos del Orgullo de Seattle (PMAC), que no tiene relación con la FIFA, aseguró que seguirá adelante con los planes de celebración durante el partido.
El caso ha abierto la discusión sobre la relación entre el deporte y los derechos humanos, así como sobre la lógica entre los discursos institucionales y las acciones específicas. Mientras algunas ligas y equipos han llevado políticas claras a favor de la diversidad, otros continúan evitando posicionamientos que puedan generar controversias.
Expertos coinciden en que el deporte puede ser una herramienta fuerte para promover el respeto y la inclusión, especialmente entre las nuevas generaciones. La visibilidad del Orgullo LGBT en eventos deportivos no solo busca un reconocimiento simbólico, sino también combatir la discriminación y la violencia que aún enfrenta esta comunidad en distintos países.
La negatividad de estas selecciones evidencia que alcanzar un deporte plenamente inclusivo sigue siendo un desafío. El debate sigue abierto y plantea la necesidad de reflexionar sobre el rol que juegan las instituciones deportivas en la construcción de sociedades más justas, diversas y respetuosas de los derechos humanos.
Además, este caso ha generado debate internacional sobre la responsabilidad ética de las federaciones deportivas y su papel como difusora de valores de respeto, igualdad y diversidad, más allá de la competencia.
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