Salud

La bebida ancestral del Cáucaso que modula la inmunidad

El kéfir

Redacción: MaJo Gutiérrez 

El kéfir, conocido como “oro blanco”, es un fermento con hasta 60 microorganismos que modulan el sistema inmunitario y restablecen el equilibrio microbiano. Expertos confirman que este producto ayuda a disminuir la disbiosis intestinal, fortalece la barrera intestinal y mejora la absorción de vitaminas esenciales.

El kéfir, un alimento fermentado de origen ancestral en las montañas del Cáucaso y bautizado coloquialmente como “oro blanco”, ha captado el interés de la comunidad científica por sus potentes beneficios para la salud digestiva. Este fermento se distingue por su compleja matriz simbiótica, compuesta por entre 30 y 60 microorganismos vivos, que lo posicionan como una herramienta clave para regular la digestión, modular el sistema inmunitario y recuperar el equilibrio microbiano. Los primeros hallazgos científicos sugieren que este producto, más allá de su sabor ligeramente ácido y textura espumosa, es un aliado esencial para la salud integral. 

 

El proceso de elaboración del kéfir es fascinante y se remonta a prácticas ancestrales, donde los gránulos blancos y gelatinosos (una comunidad de levaduras y bacterias) fermentan los azúcares presentes en la leche o el agua. Este proceso genera compuestos bioactivos cruciales, como ácido láctico y otros metabolitos. César Casavola, presidente de la Sociedad Argentina de Médicos Nutricionistas (SAMENUT), explica que se trata de una “simbiosis natural” que potencia sus efectos probióticos. Existen dos variedades principales: el kéfir de leche, rico en proteínas, vitaminas del grupo B y K2, calcio y fósforo; y el kéfir de agua, elaborado con frutas y azúcar, que ofrece menos calorías, pero mantiene los valiosos probióticos y compuestos bioactivos característicos. 

 

Los beneficios digestivos del kéfir son significativos y se han estudiado en diversos modelos. Casavola señala que el consumo de kéfir “favorece el desarrollo de Lactobacillus y Bifidobacterium, mientras suprime microorganismos dañinos, lo cual colabora en restablecer un entorno intestinal saludable”. Una microbiota equilibrada, además, potencia la absorción de nutrientes esenciales como el calcio y el magnesio, mejorando la biodisponibilidad de vitaminas y minerales, según añade la nutricionista Milagros Sympson. Publicaciones científicas, como un estudio en BMC Medicine, han mostrado que, incluso en pacientes críticos, el kéfir contribuye a disminuir la disbiosis intestinal. Su utilidad se extiende al alivio de síntomas digestivos, normalizando el tránsito intestinal y siendo de ayuda en casos de estreñimiento, diarreas o colon irritable. Sympson destaca que esto “fortalece la barrera intestinal, lo que impide el ingreso de toxinas o patógenos”. 

 

Más allá de la digestión, el kéfir ejerce importantes efectos sobre el sistema inmunitario. Casavola comenta que sus “efectos inmunomoduladores” provienen de las bacterias y los compuestos sintetizados, como péptidos capaces de activar respuestas inmunes específicas frente a infecciones. Mantener el equilibrio intestinal es fundamental, dado que una parte crucial del sistema inmunitario reside en el intestino. Para quienes deseen prepararlo en casa, el proceso es sencillo: fermentar los gránulos en leche o agua azucarada por 24 a 48 horas. Las recomendaciones incluyen emplear utensilios de vidrio o plástico, evitar el contacto con metales y consumir la bebida en un plazo de siete a diez días, asegurando así la máxima frescura e higiene. 

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