Redacción: Raquel García
La falta de un espacio permanente y la escasez de recursos económicos han forzado el cierre del espacio que ofreció techo, alimento y acompañamiento a personas en situación de vulnerabilidad.
Refugio Orquídea, la única casa de asistencia social para la comunidad LGBT+ en San Luis Potosí, ha anunciado su cierre definitivo a partir del próximo 28 de noviembre. En un comunicado cargado de emotividad, los responsables del proyecto explicaron que la decisión, aunque dolorosa, es inevitable debido a la falta de un espacio permanente y a la escasez de recursos económicos que les impiden continuar brindando la atención digna que sus usuarios merecen. La noticia representa un duro golpe para la comunidad LGBT+ del estado, que pierde un espacio vital de seguridad, apoyo y reconstrucción de vidas para personas que enfrentan abandono, pobreza o exclusión.
Desde su apertura, Refugio Orquídea fue un verdadero hogar y un símbolo de esperanza. Fundado por el activista Francisco Olvera Herrera, el refugio ofrecía no solo techo y alimento, sino también un acompañamiento integral que incluía asesoría jurídica, atención médica y apoyo psicológico gratuito. Su comedor comunitario se convirtió en un punto de encuentro esencial, sirviendo diariamente a decenas de personas, no solo de la diversidad sexual, sino también a adultos mayores abandonados y personas en situación de calle.
La operación de Casa Orquídea fue un testimonio de la fuerza de la solidaridad comunitaria. Sin contar con apoyo gubernamental estable, el refugio se sostuvo gracias a la incansable labor de voluntarios y a las donaciones de ciudadanos, artistas y otros colectivos que creyeron en el proyecto. En su comunicado de cierre, la organización expresó su profundo agradecimiento a todos los que contribuyeron: “Juntos demostramos que el amor y la solidaridad pueden construir un refugio incluso en los lugares más inesperados”.
El cierre de Casa Orquídea deja un inmenso vacío y evidencia la deuda estructural del Estado y la sociedad con la comunidad LGBT+ en situación de vulnerabilidad. Espacios como este son cruciales en un contexto donde la discriminación y la violencia siguen siendo una realidad para muchas personas, especialmente para jóvenes que son expulsados de sus hogares por su orientación sexual o identidad de género. El propio fundador, Francisco Olvera, ha hecho un último llamado a la solidaridad para poder sostener las operaciones durante los meses restantes y asegurar una transición digna para los usuarios que actualmente residen en la casa, ayudándolos a encontrar empleo y un nuevo lugar para vivir.
A pesar del cierre, el legado de Casa Orquídea perdurará en cada una de las vidas que tocó y en el mensaje que deja: la lucha por la dignidad y los derechos de la comunidad LGBT+ continúa. Como bien señala su comunicado de despedida: “Ha sido una etapa, no el final de la lucha”. La historia de este refugio se convierte en un recordatorio urgente de la necesidad de crear y sostener redes de apoyo y espacios seguros, y de la responsabilidad compartida de construir una sociedad verdaderamente inclusiva.
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