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Gael García Bernal y el eco renovado de Chicuarotes entre nuevas generaciones

Gael García Bernal y el eco renovado de Chicuarotes

Redacción Amairany Ramírez  

Descubre el filme de Gael García Bernal que, años después de su estreno, se convierte en un fenómeno viral en redes sociales. Una historia de desesperanza y malas decisiones que retrata una dura realidad de la Ciudad de México. 

Chicuarotes (2019) la segunda película dirigida por el aclamado actor Gael García Bernal, este fenómeno viral ha invitado a una nueva generación a descubrir una cinta que, en su momento, fue presentada en el festival de Cannes y que hoy resuena por su crudo retrato de la juventud marginada. 

La trama nos sitúa en el pueblo de San Gregorio Atlapulco, en Xochimilco, Ciudad de México. Allí conocemos a Cagalera (Benny Emmanuel) y Moloteco (Gabriel Carbajal), dos amigos adolescentes que intentan ganarse la vida con espectáculos de comedia en el transporte público, ocultando sus rostros tras un maquillaje de payaso. Frustrados por las pocas monedas que reciben, un día deciden cambiar sus chistes por un arma y asaltar a los pasajeros, marcando el inicio de una espiral de delincuencia. 

El título de la película es una referencia dual: es el nombre de un chile potente que crece en la zona y también el gentilicio informal para sus habitantes, considerados tan “broncos” como el picante. Este entorno, marcado por la pobreza, la violencia, el alcoholismo y la ignorancia, es el caldo de cultivo para las decisiones de los protagonistas. Su único anhelo es juntar dinero suficiente para escapar de allí, para huir de un destino que parece inevitable. 

Lo que impulsa a Cagalera, el más obstinado y líder del dúo, es una desesperación alimentada por un entorno familiar violento, especialmente por su padre alcohólico, Baturro (Enoc Leaño). Esta urgencia, combinada con una masculinidad desenfrenada, lo lleva a tomar decisiones cada vez más peligrosas que culminan en el secuestro del hijo del carnicero del pueblo, un acto impulsivo que se convierte en un punto de no retorno. 

El guion de Augusto Mendoza destaca por su autenticidad y su lenguaje coloquial, capturando con brillantez la forma de hablar de ciertas zonas de la ciudad. Las actuaciones de Emmanuel y Carbajal son el vehículo perfecto para esta credibilidad, creando un dúo memorable a pesar de su trágico destino. García Bernal demuestra una madurez notable como director, especialmente en su manejo de actores y en la creación de un lenguaje visual enérgico junto al director de fotografía Juan Pablo Ramírez. 

La crítica ha señalado que el guion a veces se siente desigual, mezclando un humor histérico con una realidad sombría de una manera que puede resultar forzada. A veces, la trama se centra más en la sucesión de malas decisiones que en profundizar en los personajes como antihéroes complejos, productos de sus circunstancias. 

A pesar de sus fallas, Chicuarotes es una obra potente y necesaria. Según el propio Gael García Bernal, la película no busca justificar la violencia a través de la pobreza, sino explorarla como una consecuencia de la falta de un entorno amoroso. Es un retrato doloroso sobre cómo las decisiones impulsivas, motivadas por la desesperanza, tienen consecuencias devastadoras que envuelven todo a su paso. Es una invitación a mirar una rebanada del mundo a menudo invisible y a reflexionar sobre las causas fundamentales que moldean nuestras vidas. 

Chicuarotes

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