La columna del día Ricardo Burgos

MEGAFARMACIA, UN MITO CRUEL

Por Ricardo Burgos Orozco

Trabajar tres años en comunicación social de la Secretaría de Salud me enseñó que jamás se puede jugar o bromear con la enfermedad de las personas y una atención pronta y expedita es la diferencia entre vivir o morir. Muchas ocasiones tuve que atender peticiones de apoyo médico urgente como aquella vez en que cierto director de un periódico me habló en la madrugada de un domingo para solicitarme que impidiera la operación de un familiar a quien le iban a amputar una pierna por gangrena en uno de los hospitales del sector. La intervención se suspendió unas horas hasta que el médico responsable le explicó el diagnóstico inevitable. Por fortuna, lo entendió. 

Todos los trabajadores de Salud tienen una gran responsabilidad porque son vidas humanas que se ponen en riesgo ante cualquier error. Sin embargo, en los últimos años el servicio médico se ha ido deteriorando con el paso de los años, especialmente en las instituciones dedicadas para ello, primero por la falta de presupuesto y segundo porque ha crecido el número de derechohabientes. 

Un punto que ha estado fallando mucho más es la falta de medicamentos para millones de personas que lo requieren porque el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió, para impedir corrupción, centralizar la compra de biológicos en una sola dependencia y colocar a un militar al frente de ella, aunque tal vez no sepa mucho o nada de eso. 

La oficina responsable de surtir de medicinas al país se llama Laboratorios de Reactivos y Biológicos de México S. A. de C. V., o Birmex, cuyo director es el general Jens Pedro Lohman Iturburu, quien podrá ser un excelente militar, pero en su currículum no está ser especialista en distribución de medicamentos por lo cual siguen sin resolverse los problemas de desabasto en todo el país y de los fármacos depende la vida de miles de personas. Recordemos las protestas permanentes de los padres de los niños con cáncer. 

Por eso a López Obrador se le ocurrió en octubre pasado instalar una mega farmacia donde estén todos los medicamentos que son necesarios para la atención de los enfermos. Para ello, el gobierno adquirió una gran bodega en Huehuetoca, Estado de México, propiedad de Liverpool; así el pasado 29 de diciembre se inauguró ese gran centro, con la promesa de contar con todos los biológicos que requieren los enfermos. Como suele pasar en este gobierno de supuesta austeridad, el costo fueron miles de millones de pesos. 

Es una idea genial, pero un mito cruel porque los enfermos esperanzados con esa posibilidad difícilmente van a tener a tiempo la medicina que requieren. En primer lugar, los pacientes deben ser derechohabientes del Sector Salud; deben llamar para solicitar su requerimiento y, según López Obrador, se les va a surtir en un máximo de 48 horas. Si no hay en existencia en el bodegón de Huehuetoca, se consigue de donde sea, mientras tanto pasan las horas y el enfermo se agrava, sobre todo si, por ejemplo, vive en Tijuana o Tapachula. Tal vez ya falleció cuando llegue el medicamento y en ese caso, la responsabilidad nunca la van a asumir el militar director de Birmex y mucho menos el presidente. 

Con la mega farmacia el gobierno está jugando con la vida de miles de personas enfermas. Por desgracia, lo confirmaremos en los próximos meses. 

 

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