Por estos días corre en redes sociales un post que me ha hecho bastante ruido, con un texto que dice algo como: “De adulto aprendí que toda la “Magia Navideña” que viví en la niñez, en realidad era unos padres que me amaban muchísimo.”
Tengo mis dudas ¿de verdad los papás son la “magia navideña”? ¿y si yo no viví “magia navideña” porque mis papás, aunque me amaran mucho, lo suyo no era producir navidades felices o “mágicas”? ¿de verdad todas las navidades son “mágicas”?
Me da la impresión de que año con año va aumentando la “producción” para esta temporada, más y más sofisticadas decoraciones, iluminaciones, actividades, platillos, outfits, regalos… cada vez más altas las expectativas para lograr crear una “mágica navidad”, quizá ya me está cayendo la edad, pero no recuerdo que cuando niña las cosas fueran así.
Por ahí también vi circulando otro post que decía que en promedio tendremos la oportunidad de vivir al menos 70 navidades… soy muy mala para las cuentas, pero considerando que doce navidades las experimentamos como niños, ¿qué hemos hecho con las demás? Y quizá lo más importante ¿Cómo nos gustaría experimentar las que estén por delante?
Te propongo para estos días que, en el centro de toda la algarabía, las luces y la comida pongas tu cuidado, es decir, que te priorices a pesar del ajetreo y el entusiasmo decembrino. Se sabe que estas temporadas generan una alta carga de estrés, frustración y desgaste emocional y que no para todos es una buena época de celebración y gozo, así que es fundamental poner más atención en nosotros y lo que vamos sintiendo.
No te exijas sentirte feliz y festivo a toda costa, recuerda que lo que hemos visto durante años en las películas, comerciales y series con temática decembrina dónde las familias se reúnen en una increíble mesa y todo mundo la pasa super feliz y se siente muy amado, es una fantasía.
Si es posible disfruta como niño esta temporada, tratando de experimentar con inocencia, amor y alegría lo que vaya sucediendo, la música, los olores, sabores, decoraciones y celebraciones, pero si no puedes conectar con eso, no hay problema, también es posible disfrutar como adulto estas fechas y desde la conciencia decidir cómo y qué disfrutar de todo esto.
Busca cómo estar más cómodo, si necesitas quedarte en casa está bien, si necesitas retirarte a temprano de los convivios está bien, no te presiones por tener una navidad perfecta, no es necesario, tu puedes festejar a tu manera, o decidir no hacerlo. No es obligatorio festejar y mucho menos hacer magia.
Disfruta a los que están y con quienes quieras estar, y honra de algún modo a los que no están pero que, si están en tu corazón, ten presente que, aunque haya muchas “navidades” por delante, ninguna será igual a otra.
Si no tienen “sentido” para ti estas fechas y celebraciones, y no puedes “encontrarle” uno que para ti sea importante y significativo creo que se vale pasar de largo, aceptar que no a todos nos tiene que gustar e importar lo mismo y puede uno felizmente hibernar en su casa en espera de la llegada de la primavera.
Nuestra historia, contexto y circunstancias nos hace que todos vivamos estás temporadas de manera diferente y también, porque somos seres en evolución y cambio constante, de igual forma que nuestra historia, es que podemos darnos la oportunidad de ir transformando la celebración y la convivencia de esta temporada por algo que nos nutra, nos de paz y alegría.
¿Cómo quieres experimentar estas fechas?
Ten en cuenta que estás temporadas pueden ser muy disfrutables, pero también pueden ser generadoras de estrés y frustración adicional, por lo que es importante no sobre exigirte, date de regalo la oportunidad de hacer y participar en aquello que te de paz y deje tranquilo tu corazón, mente, cuerpo e incluso cartera.
Ahora que ya no eres niño y que hacer “magia navideña” no está en manos de otros no pierdas de vista que no todos tenemos la posibilidad o capacidad de hacer o ser “la magia de la navidad” y tampoco es obligación. eNo olvides que lo importante es procurar tu cuidado, abrigarte no sólo el cuerpo sino también el corazón.
Y tú ¿quieres hacer magia esta Navidad?
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