Miguel Tirado Rasso
…el presidente López Obrador se
desentiende de los asuntos internacionales,
porque su zona de confort es el manejo y
operación de la política local.
Finalmente, el diferendo entre los gobiernos de nuestro país y el de Perú llegó a extremos no deseados. La tradición diplomática mexicana, fundamentada en la doctrina Estrada, de no intervención y autodeterminación de los pueblos, fue superada por, supondríamos, razones de identificación ideológica, que llevaron al Ejecutivo a tomar partido en un conflicto político totalmente ajeno, con consecuencias negativas para ambos países.
Más allá de que el ex presidente de esa nación hermana, Pedro Castillo, hubiera llegado a la presidencia por el voto popular, con una legitimidad sin discusión, el mandatario nunca pudo resolver el dilema de la gobernanza. Corrupción y escaza habilidad política lo llevaron a tomar decisiones desafortunadas, como el intento de un auto golpe de Estado, lo que, tras sólo 16 meses de gobierno, le costó su destitución y ser sometido a juicio acusado de rebelión.
Desde 2017, en Perú han transitado seis presidentes, lo que da idea de la inestabilidad política que prevalece en el país. Para sustituir a Castillo, siguiendo la cadena de sucesión, de acuerdo a lo establecido en la Constitución peruana, la vicepresidenta, Dina Boluarte, asumió el cargo como mandataria interina, hasta que se celebren nuevas elecciones.
Independientemente de que la crisis política subsista, la legalidad de la presidencia de la abogada Boluarte no está en duda. A ella le corresponde recibir la presidencia pro témpore de la Alianza del Pacífico, tras haber concluido el período de nuestro país. Alegar que no entrega la estafeta a Perú, mientras no haya democracia en aquella Nación, porque su gobierno actual es espurio, no tiene sentido, pues resulta una calificación que no le toca al gobierno de México hacer.
Y, a pesar que nuestro mandatario suele decir que la política exterior de su gobierno se guía por los principios de la doctrina Estrada, en el caso del conflicto diplomático con Perú, no ha sido así. De acuerdo a un análisis realizado por la empresa SPIN-TGP, en los últimos seis meses, el titular del Ejecutivo se ha referido 184 veces a la situación política del Perú, durante sus pláticas mañaneras, defendiendo al presidente destituido y descalificando al Congreso que lo destituyó y a la presidenta que lo sustituyó, refiriéndose a la mandataria de ese país como usurpadora y espuria. Nada más alejado de lo que recomienda la práctica diplomática internacional y, ni que decir, de las enseñanzas de la doctrina Estrada.
El malestar entre los mandatarios de los dos países llevó al morador de Palacio Nacional a declarar “una pausa”, en la relación de México con Perú. “No queremos relaciones económicas ni comerciales con ellos… hasta que haya normalidad democrática” en esa Nación, argumentó el fundador de Morena.
Lo anterior, fue su reacción a la declaratoria que lo considera persona non grata, moción aprobada por mayoría de votos del pleno del Congreso del Perú, por sus constantes injerencias en asuntos políticos de ese país; por las críticas a su presidenta, Dina Boluarte, y por negarse a entregar la presidencia temporal de la Alianza del Pacífico.
Pero la política exterior no es tema que preocupe en la 4T. Bajo el principio de que la mejor política exterior es la interior, el presidente López Obrador se desentiende de los asuntos internacionales, porque su zona de confort es el manejo y operación de la política local. Para los asuntos externos, tiene la asistencia, eficiente, por cierto, del Canciller Marcelo Ebrard, que procura restañar las heridas que causan algunas de las ocurrencias de Palacio.
Solo por mencionar algunas, está la diplomacia epistolar. Generalmente reclamos, vía cartas, a líderes mundiales, que no han merecido respuesta por la improcedencia de los temas planteados.
Al Rey de España, para que ese país pida perdón por los actos cometidos durante la conquista, hace más de 500 años. Al Papa Francisco, para solicitar una disculpa por la violencia ejercida contra los pueblos indígenas durante su evangelización, por allá de los siglos XVl y XVll. Al presidente de Austria, solicitándole la devolución del penacho de Moctezuma. Al Parlamento Europeo, como reacción por la recomendación que ese organismo hiciera por el asesinato de periodistas en México, calificando a los legisladores de colonialistas, borregos y desinformados, y reclamándoles un supuesto apoyo a grupos contrarios su gobierno. Al mandatario de China, para pedirle ayuda en el control de los envíos de fentanilo provenientes de ese país e informes sobre los embarques de la droga.
Al presidente de los EUA, cliente frecuente, para defender la política energética y advertirle que México no se vende; para promover sus programas sembrando vida y jóvenes construyendo el futuro para aplicarlos en Centroamérica como solución al problema migratorio, con apoyo de los EUA, o en la que se queja por el financiamiento que la Agencia USAID da a organizaciones civiles opositoras a su gobierno, pidiéndole suspender el envío de recursos.
Junio 1 de 2023
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