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Atentado

Gustavo Lomelín C

El atentado contra el periodista Ciro Gómez Leyva es una preocupante expresión de los momentos que vive hoy México. En medio de la disputa por el poder y de la adelantada sucesión presidencial, se registró un hecho que amenaza la estabilidad política y la gobernabilidad del país. 

Afortunadamente, Gómez Leyva salió ileso porque manejaba una camioneta blindada, que visionariamente le proporcionó hace algunos años una de las empresas de comunicación para las que trabaja: Grupo Imagen.  

Sin duda, el periodista y uno de los principales y más respetados líderes de opinión del país vivió uno de los peores instantes de su vida. Como debe ser, la mayor parte del gremio periodístico nos hemos solidarizado con él, pues es condenable ese tipo de violencia que intenta acallar las voces críticas necesarias para enriquecer la libertad de expresión y la vida democrática de nuestra nación.  

Se puede o no coincidir con la crítica, pero siempre será mejor para fortalecer, paradójicamente, las acciones de los gobiernos en turno en México o en cualquier otro pueblo del orbe. Como dijo Voltaire: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. 

Es muy difícil saber el origen de ese tipo de condenables hechos de violencia. Se puede especular sobre reacciones propias del crimen organizado o de grupos de poder de las ultras de derecha o de izquierda o incluso de ambientes generados por la polarización, la división o el odio. Es muy fácil equivocarse al tomar partido en uno u otro sentido. 

El atentado contra Ciro tampoco se puede descontextualizar de los asesinatos de otros periodistas que han ocurrido, de los feminicidios ni de la violencia que sufrimos derivada de la crisis de seguridad que persiste en nuestro país -incluida la Ciudad de México mal gobernada por Claudia Sheinbaum-, acrecentada a partir de la guerra contra el crimen organizado abierta en la administración de Felipe Calderón. 

México ha vivido diversos tiempos de disputa por el poder y de sucesión presidencial que han desembocado en asesinatos y magnicidios. Desde la época post revolucionaria hasta los últimos en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Lamentablemente de aquí al 2024 debemos prepararnos para escenarios de mayor violencia derivados de esa cruenta disputa, que podrían ser capitalizados por diversos cárteles de la droga. A menos que asumamos una altura de miras de unidad y concordia por el bien superior de la patria. México es Primero. 

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