Redacción: Guicel Garrido
Un reciente estudio publicado en Nature Communications reveló que la hora de la cena puede ser un factor determinante en el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. La investigación, basada en más de 100.000 personas, encontró que cenar después de las 9 de la noche aumenta en un 28% el riesgo de sufrir enfermedades cerebrovasculares, como el ictus, en comparación con quienes cenan antes de las 8.
Los expertos en nutrición han enfatizado durante mucho tiempo la importancia de los horarios de las comidas para la salud en general. El estudio respalda esta idea y sugiere que cenar temprano y mantener un horario regular de comidas es fundamental. Además, se observó que un ayuno nocturno prolongado, es decir, un mayor intervalo entre la cena y el desayuno, podría reducir aún más la incidencia de enfermedades cardiovasculares.
La crononutrición, un campo emergente que estudia la relación entre los horarios de las comidas y los ritmos circadianos, proporciona una explicación para estos hallazgos. Comer a horas irregulares puede alterar funciones metabólicas clave, como la regulación de la presión arterial y los niveles de glucosa en sangre, lo que aumenta el riesgo de enfermedades crónicas. Adaptar los hábitos alimenticios a los ritmos naturales del cuerpo es esencial para mantener una buena salud cardiovascular.
Cenar temprano tiene múltiples beneficios, como mejorar la calidad del sueño, reducir los problemas digestivos, regular el azúcar en la sangre y controlar el peso. Los expertos recomiendan cenar al menos dos o tres horas antes de acostarse y optar por una comida ligera pero nutritiva, que incluya verduras, frutas, proteínas magras y carbohidratos en cantidades moderadas. Al adoptar estos hábitos, es posible mejorar la salud y el bienestar general, y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo.
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