Redactor: AMAIRANY RAMÍREZ
El pollo es uno de los alimentos más populares en muchas dietas gracias a su versatilidad y su perfil nutricional, siendo una fuente rica en proteínas y baja en grasa. Sin embargo, consumirlo a diario sin diversificar otros grupos alimenticios puede acarrear riesgos para la salud que muchos desconocen.
Uno de los principales peligros del consumo constante de pollo está relacionado con su producción. En muchos casos, los pollos son criados con antibióticos y hormonas de crecimiento para acelerar su desarrollo. Esto provoca que estas sustancias se acumulen en el producto final, y su ingesta regular puede aumentar el riesgo de generar resistencia a los antibióticos en el organismo, dificultando el tratamiento de infecciones en el futuro.
Otro riesgo importante es la posibilidad de intoxicación alimentaria debido a bacterias como Salmonella y Campylobacter, que suelen estar presentes en el pollo crudo. Aunque cocinarlo adecuadamente reduce el riesgo de contagio, el manejo frecuente del pollo incrementa las probabilidades de contaminación cruzada, lo cual puede ser especialmente peligroso para personas con sistemas inmunológicos debilitados.
Además, aunque el pollo es una opción más saludable comparado con las carnes rojas, no todas sus partes son igual de nutritivas. Las piezas con piel, por ejemplo, contienen altos niveles de grasas saturadas. El consumo excesivo de estas puede contribuir al aumento del colesterol y elevar el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Para reducir estos riesgos, es fundamental variar las fuentes de proteínas en la dieta. El pescado, las legumbres, los huevos, el tofu y el tempeh son excelentes alternativas que no solo aportan proteínas, sino también nutrientes adicionales como ácidos grasos omega-3, fibra y vitaminas esenciales, que no están presentes en el pollo.
¿Te gustó nuestra nota? ¡Contáctanos y deja tu comentario! AQUÍ
Conoce nuestra red ANCOP Network AQUÍ
Agregar comentario