La columna del día Ricardo Burgos

Lagos de Moreno, dolor y desdén

Por Ricardo Burgos Orozco

Tenía una amiga, Laura Adela Pérez González, quien falleció hace dos años, que hablaba maravillas de su pueblo Lagos de Moreno. Contaba anécdotas chistosas e increíbles de su lugar de origen que a ella le platicaron sus abuelos y gente mayor originaria de allá; nos hacía reír mucho a mí y a quienes la escuchábamos. Varias veces nos invitó a visitar esa ciudad y siempre nos quedamos con las ganas de ir. 

Hoy Lagos de Moreno no es anécdota. Es una ciudad afectada por la violencia y por el reciente asesinato doloroso de cinco jóvenes inocentes de entre 19 y 22 años de edad: Roberto Carlos Olmeda Cuéllar, Diego Lara Santoyo, Uriel Galván González, Jaime Adolfo Martínez Miranda y Dante Cedillo Hernández, sin que hasta ahora se conozcan las causas que motivaron tan sádico crimen y a los responsables. 

La hipótesis del asesinato de los jóvenes es que fue el crimen organizado; específicamente se cree que el rapto fue derivado de la guerra que libran el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa y que fue ordenado por el Mayo Zambada para lanzar una advertencia a sus rivales. 

Los responsables del asesinato supuestamente difundieron un video en redes sociales en el cual se ve a los chavos arrodillados y maniatados; en otro, uno de los jóvenes es obligado a golpear y asesinar a uno de sus amigos; escenas dramáticas que nunca habíamos visto por la crueldad y la sangre fría con que se realizaron, ni siquiera en criminales como esos. Al parecer ya hay detenidos de ese brutal crimen. 

En la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, después que se supo del asesinato de los jóvenes, no se informó de ese hecho y al final los reporteros preguntaron sin micrófono de por medio al mandatario y él hizo que no oyó. Soltó un chiste malo sobre alguien que no escucha lo que no le conviene. Redes sociales y medios lo criticaron severamente por el hecho; su vocero Jesús Ramírez publicó un tuit justificándolo tibiamente, pero al día siguiente se publicaron en primera plana en varios diarios fotos en donde el tabasqueño coloca sus manos en las orejas con la frase: “No oigo”. 

López Obrador tuvo que inventar que no había escuchado la pregunta y por eso hizo un chiste. En ese momento, sí informó sobre el asesinato de los cinco jóvenes en Lagos de Moreno, pero de manera seca, sin mostrar empatía por el dolor de los padres y sin ofrecer ninguna condolencia. Tomó una actitud similar cuando murieron quemados 40 migrantes en una estación de Ciudad Juárez, Chihuahua. Por cierto, el director del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, se sigue paseando campante libre, sin que haya habido una acción concreta contra él por su responsabilidad. 

Los medios, la opinión pública y en redes sociales cuestionaron nuevamente la utilidad del gabinete de seguridad, del cual presume el presidente que en ninguna parte del mundo se reúnen como este para analizar la seguridad a nivel nacional desde las seis de la mañana. El día que le preguntaron a López Obrador sobre los asesinatos en Lagos de Moreno se notó que no estaba enterado y lo rehuyó con su sagaz y colmilluda experiencia. Es una de dos, o el famoso Gabinete de Seguridad está fallando o se reúnen todos los días muy temprano sólo para probar los deliciosos tamales de chipilín. 

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