La presión de la ultraderecha republicana estadounidense para promover el uso de fuerzas militares en territorio mexicano, es una burda estrategia electoral. México debe desnarcotizar la agenda bilateral y privilegiar la relación económica-comercial para aprovechar el “momentum” del nearshoring.
En este contexto, los gobiernos de México y Estados Unidos acordaron una campaña binacional contra el consumo de fentanilo y garantizar una mayor seguridad en la región.
El gobierno demócrata de Joe Biden rechaza declarar “terroristas” a los cárteles de la droga mexicanos como pretenden sus opositores políticos. Incluso el 9 de marzo, Liz Sherwood-Randall, asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, se reunió en Palacio Nacional con el presidente Andrés Manuel López Obrador, para acordar los detalles de la lucha binacional contra el fentanilo.
Sin duda, el contexto del fallo contra Genaro García Luna en Nueva York y el secuestro de 4 estadounidenses (2 de ellos asesinados) en Matamoros, Tamaulipas, con antecedentes penales y dentro de un ajuste de cuentas de traficantes de fentanilo, es utilizado de manera irresponsable y provocadora por legisladores republicanos para declarar la guerra a los cárteles mexicanos por considerarlos terroristas.
López Obrador respondió con firmeza la agresión de un sector republicano por tratarse, en efecto, de una ofensa al pueblo de México y una afrenta a nuestra soberanía. Más aún, el Canciller Marcelo Ebrard consideró inaceptable y contrario al derecho la intención de los senadores Lindsey Graham y John Kennedy de promover el uso de fuerzas armadas en nuestro territorio.
“Es obvio que se trata de una estrategia electoral porque, además de impracticable, México jamás permitiría algo así. Las consecuencias serían catastróficas para la cooperación antidrogas binacional”, advirtió Ebrard.
El fentanilo provoca la muerte de 100 mil estadounidenses cada año. Pero culpar al “fabricante” sin asumir responsabilidad de quienes la compran, distribuyen y consumen es inadmisible. La guerra contra el crimen organizado que llevan a cabo con respeto, los gobiernos de México y Estados Unidos se reforzará con firmeza y como parte de una estrategia binacional, según los acuerdos pactados.
Al mismo tiempo, en la agenda bilateral, México debe privilegiar el Momentum económico del nearshoring sobre los naturales conflictos cíclicos en los temas de seguridad o migración. Nuestro país se beneficia de su frontera con EU: el sector industrial, manufacturero y automotriz tiene un enorme potencial. La inversión de Tesla en Nuevo León y otras entidades, no es la única lograda a través del nearshoring, también la de BMW en San Luis Potosí se ubica en ésta coyuntura dentro de una lista de más de 400 empresas que quieren invertir aquí.
La señal del presidente López Obrador con Tesla y BMW es la de anteponer el bienestar económico a criterios políticos e ideológicos. La inversión extranjera directa en puerta genera un potencial de crecimiento y desarrollo que garantiza la fortaleza del peso, cientos de miles de empleos y un mayor bienestar para los mexicanos.
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