Un centenar de veces hemos visto en la historia de la televisión qué hay personajes entrañables con los que nos encariñamos y, logramos descubrir que tienen una similitud espectacular con la forma de ser de aquellos que los interpretan.
Un claro ejemplo de esto mencionado es Carlos Benavides, quien en la década de los noventa le dio vida al icónico personaje Güicho Domínguez, en la telenovela “El Premio Mayor”.
En el drama televisivo, Güicho era un camionero que vivía en un departamento pequeño con su familia y, un día cualquiera y sin esperarlo, la suerte y fortuna tocaron a su puerta al ganarse el premio mayor de la lotería nacional, cambiando radicalmente su vida; tanto para bien como para mal.
Sin embargo, el actor que le dio vida al personaje de la familia Domínguez comenzó a creerse que en verdad era millonario y se encasilló en el papel, deshaciéndose incluso de su propia realidad, pues de tanto encarnar y creer que era el personaje, se convirtió en él.
Existen casos donde pasa lo contrario, el actor lleva su esencia al set y se queda en el corte final todo su potencial, como el caso del querido Don Ramón.
De pantalones de mezclilla, playera rota y deslavada y un gorro deshilachado, es como recordamos al querido personaje de Ramón Valdés, en El Chavo del 8.
Don Ramón le debía al dueño de la vecindad más de un año de renta, pues no tenía empleo para poder cubrir sus deudas, justo como Ramón Valdés.
Recientemente se reveló que, antes de que la historia del niño huérfano y lleno de travesuras le llamara a su puerta, el buen Ramón no tenía dinero para pagar el alquiler, debiendo más de un año de renta. Sin embargo, la vida no es tan amable en muchas ocasiones como el Señor Barriga, pues, aunque vivía en el departamento con su esposa e hijos, a Valdés no se le dio la oportunidad de la prórroga y lo sacaron del inmueble junto con sus hijos y su esposa.
Trabajando de mesero, bolero y lo que se le ofreciera, Ramón trató de sacar a su familia adelante cómo pudiera y, sin esperarlo, le llegó la oportunidad de su vida al solicitarle de la mano de Roberto Gómez Bolaños su gran carisma para interpretar al señor que defiende al Chavo de doña Florinda.
La simplicidad de Valdés le aseguró el papel y una fortuna inmediata que, cuentan sus hijos, no le importaba y que, incluso sólo una vez se compró un auto del año, pues su amor a la actuación y al personaje que lo dejaba fluir como él mismo eran lo más valioso en su vida, tanto así que seguía vistiendo la misma ropa con la que se le contrató para aparecer en El Chavo del 8.
La historia de Don Ramón es una fuente de inspiración para recordarnos que basta con ser nosotros mismos para conseguir que nuestros sueños lleguen a lograrse, aunque el viento no sople a nuestro favor.
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