Columnistas Miguel Tirado Rasso

TEMAS CENTRALES De autonomía, mejor ni hablar

Columna Miguel Tirado Rasso

Redacción: Miguel Tirado Rasso

mitirasso@yahoo.com.mx 

 …fue la crónica de una designación 

anunciada, en la que, su cercanía e 

identificación con la presidenta, debiendo 

ser un impedimento para ocupar el cargo, 

resultó la ventaja que le abrió las puertas. 

Sorpresivamente, al menos para la mayoría de los observadores de la política y muchos de sus actores, porque se dice que, desde hacía varias semanas, se le había planteado al titular de la fiscalía general de la República (FGR), Alejandro Gertz Manero, su retiro, aunque sin precisar fecha, se dio la instrucción de su dimisión de manera de manera inmediata, lo que sucedió. No sin que, en el proceso, el ahora exfiscal buscara negociar la salida menos lastimosa posible. Y esto hizo que el trámite resultara accidentado y no muy apegado a la ley. 

La FGR fue creada por reforma constitucional de 2014 (Art. 102) como un órgano público autónomo dotado de personalidad jurídica y patrimonio propio. Esta institución sustituyó a la Procuraduría General de la República (PGR), hasta 2018, cuando entró en vigor la autonomía constitucional de la Fiscalía. 

En la exposición de motivos de la reforma, se explicaba que la autonomía era fundamental para garantizar la independencia de la FGR de los poderes políticos, aumentar la eficacia en la procuración de justicia y fortalecer la investigación de delitos, incluyendo los cometidos por funcionarios públicos, sin presiones externas, combatiendo así, la corrupción y la impunidad. 

La procuración de justicia, señalaban legisladores de diversos partidos políticos, se mantendría al margen de intereses o persecuciones político-electorales. La remoción del titular de la Fiscalía dice el artículo 102 constitucional, podrá decidirla el Ejecutivo por “las causas graves que establezca la ley”, sin mayor precisión.   

La separación de Gerzt Manero, se operó a la antigüita, pasando por encima del espíritu y principal objetivo de la reforma del 2014, el carácter autónomo de la Fiscalía. Ante las amenazas, el exfiscal no aflojó y durante varias horas mantuvo en suspenso su salida, hasta que lo convenció, supuestamente, la propuesta de una embajada “en un país amigo” Esto le permitió señalar, como causa de su salida, un cambio de trabajo, una nueva responsabilidad pública a desempeñar. “…me estoy retirando de mi actual cargo…,” señaló en su comunicado a la presidenta de la Mesa Directiva del Senado. Nada de remoción, renuncia ni jubilación.   

Por el sainete que se armó para lograr que dejara el cargo, a la de ya, su retiro fue todo, menos voluntario. Seguramente habrá habido varias razones para su remoción, aunque no queda claro la razón de las prisas. El exfiscal no se caracterizó por su buen carácter. Se manejó con independencia y operó con autonomía, las más de las veces, a su conveniencia. A su estilo cumplió con su función, aunque con magros resultados. Deja muchos pendientes. Se habla de un rezago de más de 42 mil averiguaciones previas, investigaciones y carpetas de investigación pendientes de concluir. Además de malos recuerdos por excesos de poder en asuntos personales contra familiares, acusándolos de delitos inexistentes en la ley y a académicos e investigadores, acusándolos de delincuencia organizada y lavado de dinero. 

Los casos de relevancia, se le amontonaron sin que se completaran las investigaciones: Emilio Lozoya y los hechos de corrupción de Odebrecht y Agro nitrogenados; denuncias sobre el huachicol fiscal, Segalmex, la estafa maestra, los casos de Teuchitlán y Ayotzinapa, Pegasus y el espionaje, etc. Asuntos de alto impacto cuyas investigaciones arrancaron con amplia difusión y mucha expectativa, pero que, al paso del tiempo, el ánimo investigador fue decayendo hasta llegar a parecer una apuesta al olvido.   

La presidenta dio el manotazo para deshacerse del fiscal. Queda la duda, como alguien escribió, si la razón fue por hacer mal su trabajo o hacerlo demasiado bien. 

Con independencia de la verdadera causa, algo que probablemente no lleguemos a saber, la decisión de Palacio Nacional significa un golpe mortal a los buenos propósitos de contar con una Fiscalía autónoma e independiente, y nos regresa a los tiempos del fiscal carnal. 

El nombramiento, casi en lo oscurito, para que, la exconsejera Jurídica del Ejecutivo Federal y ex Procuradora General de Justicia en la CDMX, Ernestina Godoy, pudiera convertirse en la encargada del despacho de la FGR fue la crónica de una designación anunciada, en la que, su cercanía e identificación con la presidenta, debiendo ser un impedimento para ocupar el cargo, resultó la ventaja que le abrió las puertas. 

El Senado cumplió, en fast track, las formas del proceso para la elección de la nueva fiscal general de la República, aunque con una gran falla en el fondo, la pérdida de la autonomía e independencia de la institución. 

Diciembre 11 de 2025 

 

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