Redacción: Ximena Zarahi Moreno Luna
En un momento que quedará grabado en la memoria colectiva de México, Fátima Bosch Fernández logró coronarse como Miss Universo 2025, convirtiéndose en la cuarta mexicana en alcanzar ese triunfo.
La ceremonia, celebrada en Bangkok, Tailandia, estuvo teñida de drama: desde un enfrentamiento con el organizador hasta una ola de solidaridad global, todo para que Bosch consolidara su victoria con dignidad y convicción.
Bosch, de 25 años y originaria de Teapa, Tabasco, ha vivido un camino lleno de desafíos. Su historia incluye el bullying escolar por su TDAH y dislexia, experiencias que, lejos de derrotar, se convirtieron en fuego para su determinación. Durante el certamen de Miss Universe México, ya se destacó por su liderazgo, incluso al denunciar que no todas las concursantes mostraron sororidad real hacia ella.
Pero no todo ha sido brillo. Uno de los momentos más tensos ocurrió al inicio del certamen en un evento previo, cuando Nawat Itsaragrisil, director de Miss Universe en Tailandia, la criticó duramente por no participar en un video promocional. El intercambio escaló hasta insultos, provocando que varias candidatas abandonaran el escenario en solidaridad con Bosch. Ese episodio generó indignación internacional y culminó con una disculpa pública de Itsaragrisil.
La coronación tuvo un momento emotivo: cuando anunciaron su nombre, el público en México estalló en gritos, lágrimas y banderas. Especialmente en Tabasco, su tierra natal, miles de personas se reunieron en el Estadio Centenario 27 de Febrero para seguir la transmisión. Su victoria fue celebrada como un triunfo colectivo y símbolo de esperanza.
En su discurso tras recibir la corona, Bosch no solo expresó gratitud, sino también una visión transformadora: “Quiero usar esta corona para inspirar a niñas y mujeres a creer en su voz, en su valor, incluso si hoy se sienten imperfectas”, dijo con firmeza. Este mensaje ha calado especialmente entre quienes la han visto como un modelo de autenticidad. Su familia también vivió con emoción este logro: sus padres, su hermano y su tía fueron parte de la celebración y expresaron su orgullo por la tenacidad de Fátima.
Más allá del glamour, este triunfo se ve como un símbolo de resiliencia: una joven que superó obstáculos personales enfrentó burlas públicas y logró elevar su voz, no solo por ella misma, sino por todas las mujeres que quieren creer que sus sueños importan. Fátima Bosch no solo lleva una corona: lleva una misión.
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