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De prisiones a paraísos: Ex cárceles de México que hoy son joyas turísticas

Las ex cárceles de México

Redacción: Guicel Garrido 

Las ex cárceles de México, una vez sinónimo de confinamiento y dureza, han experimentado una notable transformación para convertirse en atractivos destinos culturales y turísticos. Estos espacios, donde antes reinaba el miedo y la desesperanza, ahora abren sus puertas para contar historias de un pasado complejo, al tiempo que ofrecen a los visitantes una experiencia inigualable. De muros fríos y celdas solitarias a espacios llenos de arte, historia y naturaleza, esta reconversión permite a los viajeros recorrer libremente pasillos que alguna vez fueron inaccesibles, descubriendo la riqueza histórica que se esconde detrás de sus gruesos muros. 

 

Uno de los ejemplos más emblemáticos es el Palacio de Lecumberri en la Ciudad de México, conocido como el “Palacio Negro”. Inaugurado durante el Porfiriato, este imponente castillo de piedra albergó por décadas a delincuentes y figuras históricas como Emiliano Zapata y David Alfaro Siqueiros. Aunque su fama se debió a las condiciones inhumanas, hoy es el Archivo General de la Nación, resguardando millones de documentos de la memoria histórica de México. Sus antiguas celdas, que se conservan en un recorrido turístico, sirven como un puente entre el pasado oscuro de la prisión y su presente como un centro de conocimiento y cultura. 

 

Otro caso fascinante es el de las Islas Marías, un archipiélago frente a las costas de Nayarit que por más de un siglo funcionó como una colonia penal de máxima seguridad. El aislamiento y el castigo eran el pan de cada día en este temido penal. Sin embargo, en 2019, la prisión se transformó en un paraíso turístico. Hoy, sus playas vírgenes y su rica biodiversidad atraen a visitantes que pueden explorar la antigua prisión, un museo de sitio y las bellezas naturales de este edén. Esta transformación de un centro de castigo en un refugio ecológico representa una de las reconversiones más radicales y exitosas en el país. 

 

Finalmente, en San Luis Potosí, el antiguo penal con fachada de castillo medieval es ahora el Centro de las Artes, un vibrante espacio cultural. Este edificio, que funcionó como cárcel por más de un siglo, reabrió en 2008 para albergar salas de exposición, el Museo Leonora Carrington y diversos espacios artísticos. Aunque sus celdas son ahora galerías, se conservan dos intactas para que los visitantes puedan experimentar cómo era la vida de los reos, incluyendo la celda de Francisco I. Madero. Esta metamorfosis demuestra cómo el arte y la cultura pueden redimir un espacio marcado por el encierro y transformarlo en un faro de creatividad y libertad para la comunidad. 

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