Ricardo Burgos

El metro, sobresaturado y mal cuidado

El metro, sobresaturado y mal cuidado

Ricardo Burgos

Hace unos días vi una escena impactante que se ha convertido en cotidiana en casi todas las terminales del Sistema de Transporte Colectivo: miles de personas en andenes, pasillos y corredores a las ocho de la noche, en espera de un tren en la estación Pantitlán, desesperados, sin saber qué hacer y sin solución de transporte alternativo. Me cuentan que ese día los usuarios tuvieron que ser pacientes para poder regresar a sus casas después de horas de retraso. Eso ya pasa siempre; la gente se acostumbró; pasa en todas las líneas.

Es cierto que el nuevo gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha señalado como prioritarios los programas sociales, la atención a las mujeres –darles apoyos a quienes cumplieron entre 60 y 64 años–, adicionales a los millones de adultos mayores que ya reciben pensión de Bienestar, a los discapacitados y a los estudiantes de educación básica. Sin embargo, al igual que en el sexenio anterior, se sigue olvidando atender un servicio básico para la población, que padece a diario y a cada rato retrasos, parones, convoyes descompuestos, aglomeraciones, sobrecupos, escaleras eléctricas descompuestas y riesgos de accidentes graves como el ocurrido el 3 de mayo de 2021.

Como dijo alguna vez el expresidente Miguel de la Madrid Hurtado, el Metro es un mal necesario porque requiere anualmente de un gran presupuesto y, como opera casi todo el día, siempre está expuesto a fallas constantes en todas sus 12 líneas.

Este transporte tan indispensable para cientos de miles de viajeros de la Ciudad de México tiene un gasto aproximado de 12 mil 500 millones de pesos, de los cuales dos mil 500 son para pago de energía y dos mil 500 más para compra de trenes. Los que existen ahora ya están viejos y desgastados, muchos con una vida de 53 años desde que se inauguró este servicio en 1969.

El secretario general del sindicato del Metro, Fernando Espino Arévalo, ha declarado que algunas de las deficiencias del SCT son la falta de mantenimiento profundo y el despido de personal capacitado –dice que han corrido a los mejores técnicos e ingenieros–. Eso ha provocado, reconoció en cierto momento, fallas y accidentes de todo tipo.

Aunque parezca increíble, la Línea 12, la más nueva, es la que ha tenido el mayor número de problemas desde su construcción. Se dice que, por las prisas de inaugurarla cuando Marcelo Ebrard era jefe de gobierno, hizo que fuera un inicio precipitado y con materiales de mala calidad, lo que determinó que parara primero unos meses y después, casi tres años después del accidente del 31 de mayo de 2021 entre las Inter estaciones Olivo y Tezonco, que provocó 27 muertos y 100 heridos. Por cierto, siguen sin castigo los responsables de esa terrible tragedia, entre ellos la exdirectora, Florencia Serranía.

El gobierno capitalino ha invertido miles de millones de pesos para darle mantenimiento mayor a la Línea 1, que va de Pantitlán a Observatorio, un remozamiento que duró varios meses en dos etapas, pero que no ha sido suficiente porque ahí mismo también siguen presentándose fallas constantes, ya que el rezago es de hace años. A la Línea 3, de Ciudad Universitaria a Indios Verdes, también ya le urge una reestructuración. Todos los días tiene fallas graves.

Sabemos que ninguna cantidad alcanza para mantener en buen estado al Metro, no lo podemos negar, pero antes de pensar en abrir nuevas estaciones, como lo prometió en campaña la ahora jefa de gobierno, Clara Brugada, hay que arreglar bien lo que ya está o nos exponemos muy pronto a otro accidente mayor.

Lo peor es que los miles de viajeros cooperan con las fallas en el Metro. Algunos arrojan objetos a las vías y otros carecen del más mínimo sentido de solidaridad y educación porque se quedan atorados en las puertas de salida, no se acomodan en los pasillos del tren y estorban a quienes se quieren ubicar mejor. Y lo más grave es que esas malas personas no reconocen su estulticia para transportarse y les falta respeto hacia los demás.

En el caso del mantenimiento, a lo mejor una solución para tener más presupuesto al Metro podría ser el incremento al precio del boleto; es una apuesta impopular, pero no todo es repartir dinero gratis a la gente para ganar votos. Para los usuarios maleducados e inconscientes, la solución es más complicada.

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