Por Ricardo Burgos Orozco
Hace diez años estuve en la ciudad de Taxco. Era un lugar tranquilo; la gente estaba dedicada a lo suyo: a la comercialización de artículos de plata, hay muchos comercios, plazas y mercados dedicados a eso; al parecer en aquel tiempo no les iba mal; viven de eso y del turismo, principalmente.
Pero el jueves pasado nos enteramos de una noticia que nos impactó y que es la gota que derramó el vaso del desgobierno que existe en todo Guerrero desde hace mucho tiempo: el secuestro y asesinato de una niña de ocho años llamada Camila.
La niña Camila fue secuestrada por la mamá de una de sus amiguitas y el amante de ella, taxista de oficio. Nunca podríamos entender lo que pasó por la cabeza de esta mujer al llevar a cabo ese delito; algo sucedió por lo cual el secuestro se salió de control y asesinaron a la pequeña ahorcándola, pese a que ya tenían 250 mil pesos, que les habían dado de rescate.
El taxista fue capturado por las autoridades de alguna manera y dijo dónde se encontraban sus cómplices. La policía fue por ellos, pero afuera de la casa había una multitud que se enardeció por la lentitud de las autoridades para capturar a los responsables; la gente sacó de la casa a la secuestradora y a sus dos hijos y los lincharon hasta dejar muerta a la mujer y muy graves a los otros.
El alcalde de Taxco, Mario Figueroa, declaró que la situación rebasó a los cuerpos policiacos del municipio. Reveló que había pedido refuerzos al gobierno del estado y nunca llegaron. Al final de cuentas, una tragedia por partida doble. Las escenas del linchamiento han circulado por todas las redes sociales y provocan escalofrío por la crudeza y sangre fría que se observa.
Hay que recordar que Taxco estuvo paralizado apenas en enero. La Familia Michoacana y Los Tlacos, grupos criminales que operan en la zona con toda impunidad, hicieron que se paralizara el transporte público, se cancelaron clases en varias escuelas, los dueños de muchos comercios cerraron por miedo a la delincuencia y hubo un atentado a tiros contra el alcalde del cual salió ileso.
Todo el estado está viviendo una crisis de violencia y crimen, agudizada por la falta de experiencia de una gobernadora, Evelyn Salgado, cuyo mérito es solamente ser la hija de un político experimentado, Félix Salgado Macedonio, que no pudo ser candidato por las acusaciones en su contra por violación, una de 1998 contra una joven menor de edad y otra en 2016, acusado por una trabajadora del periódico La Jornada de Guerrero cuando él era director. Entonces, cobijado por su partido Morena, el político decidió dejar a su hija, quien ganó sin problemas las elecciones y es la jefa del ejecutivo estatal desde octubre de 2021.
En la entidad están operando decenas de grupos criminales, bajo la complacencia del gobierno estatal. Se habla de corrupción en todos los ámbitos de la administración local. Nada se ha confirmado, pero hay indicios de complicidad, por ejemplo, de la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, con el líder de Los Ardillos, con quien desayunó hace algunos meses.
El secuestro y asesinato de la niña Camila, hace unos días, solamente le echó más leña a la hoguera del desgobierno en el que está sumido, ahora más que nunca, el estado de Guerrero. El linchamiento de la presunta culpable del secuestro de Camila quedará en la conciencia de los responsables toda su vida. Ellos también son asesinos.
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