El uso de la inteligencia artificial (IA) es un riesgo, pero también tiene gran potencial para generar el bien común y mejorar la calidad de vida de las personas, así como para contribuir a resolver problemas públicos de manera más efectiva, consideraron los participantes en el conversatorio “La inteligencia artificial: ¿solución o peligro para las ciudades del futuro?”
Sin embargo, precisaron, que se requiere trabajar en el establecimiento del marco jurídico para instituir límites y tendencias hacia dónde queremos que vaya esta tecnología.
En el encuentro organizado conjuntamente por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM y el Centro-i, Alejandro Frank Hoeflich y Marco Antonio Rosas Pulido, investigadores del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la Universidad Nacional; Paola Cicero Arenas, del Instituto Federal de Telecomunicaciones; y Dinorah Cantú-Pedraza, Senior Fellow de The GovLab, indicaron que la tecnología no es buena ni mala, ya que los resultados dependerán de la utilización que se haga de ella.
En el evento, el académico y jurista Pedro Salazar Ugarte planteó que se trata de un tema que merece la pena subrayar. En los tiempos actuales observamos algunas tecnologías con apremio; en este caso, existen sinergias venturosas, prometedoras y positivas en todos los cambios y transformaciones que conllevan.
Explicó que este conversatorio tiene su origen en el convenio de colaboración que signaron el IIJ de la UNAM y el Centro-i, y se relaciona con una serie de esfuerzos para ir a la vanguardia en estos temas; sin embargo, las transformaciones y la velocidad de los cambios tecnológicos invitan a pensar que esta evolución estableció una agenda, la cual se ha salido de nuestro control, para bien y para mal.
Al hacer uso de la palabra, Frank Hoeflich destacó que en los últimos meses los alcances de la IA y hacia dónde nos puede conducir es un tema que ha despertado especulación, curiosidad y miedo. “Como científico creo que es importante enfatizar en todas las áreas el significado de lo que los algoritmos significan y hasta dónde la jurisprudencia podría intervenir para poner límites o no a este desarrollo, aunque esto podría no tener éxito porque es imposible ponernos de acuerdo entre países e intereses”.
Todo avance tecnológico representa responsabilidad, “los beneficios y peligros están ahí; la participación de la multidisciplina es fundamental, no sólo entre la academia, desde luego, sino con el gobierno y el sector privado tenemos que dar seguimiento a esta situación.
Este tipo de encuentros es positivo, pero no tienen trascendencia si no se les da seguimiento”, aseveró.
A su vez, Rosas Pulido indicó que los beneficios o perjuicios de la tecnología dependen de su utilización, es una herramienta útil que permite agilizar tareas, pero también podría ser negativa como en el caso de la explotación de los recursos naturales donde facilita que algunos procesos sean más eficientes, como la deforestación de una selva entera en minutos.
Ante ello, se debe mejorar jurídicamente las reglas para que no se le emplee de esa manera para tratar de conservar los medios de explotación de recursos originales de la región, a fin de que sean aprovechados de manera más eficiente. “Hay que trabajar mucho en el marco jurídico para poner límites y establecer las tendencias hacia dónde queremos que vaya esto”.
A distancia, Cantú-Pedraza estimó que la IA representa un riesgo, pero también tiene un gran potencial para generar un bien común y mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, además de contribuir a resolver problemas públicos de una forma más efectiva.
Precisó que es adecuada mientras existan grandes bases de datos confiables y un eficiente sistema de almacenamiento y visualización para la toma de decisiones; aunque su empleo no tiene costo, se requiere aprender a usarlos para ayudar a los gobiernos locales, federales y estatales a disponer de estructuras de información más eficientes.
En su intervención, Cicero Arenas enfatizó que la IA en las ciudades es, sin duda, una solución, pero también conlleva retos y dilemas de los que hay que ser conscientes y conversar al respecto para encontrar la mejor manera de enfrentarlos.
Quizá algunos de esos dilemas no tengan solución y habría que realizar el análisis costo-beneficio, si vale la pena asumir el riesgo, qué problema estaría resolviendo y si tiene solución a través de un pensamiento multidisciplinario, pues es un tema que compete a científicos de datos, computólogos, ingenieros, a todas las disciplinas “porque su impacto es así, transversal y multidisciplinario”.
En la ceremonia inaugural estuvieron Pablo Pruneda Gross, del IIJ; María Elena Estavillo Flores, del Centro-i; además de Raymundo Perroni, de Smart City Expo Latam Congress.
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