El Síndrome de Fatiga Crónica, comúnmente conocido como Burnout, está emergiendo como un preocupante fenómeno en el ámbito laboral, afectando a individuos que experimentan agotamiento físico y emocional debido a la frustración y sobrecarga laboral.
Es así que la frustración, la sobrecarga de trabajo y el abandono del crecimiento profesional están llevando a una creciente fatiga física y emocional entre los trabajadores.
De acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), México se ha posicionado sorprendentemente en la vanguardia global de fatiga por estrés laboral, superando a potencias económicas como China y Estados Unidos. Esta revelación ha llamado la atención de la comunidad médica y de salud pública, llevando a la OMS a incluir oficialmente el Burnout en la 11ª Clasificación Internacional de Enfermedades.
“Empecé a sentir que el trabajo que tanto amaba y al cual le dedicaba mucho de mi tiempo y ser, me empezaba a hacer todo lo contrario”, compartió María Pérez, quien experimentó en carne propia los efectos debilitantes del Burnout.
Como muchos otros, Pérez encontró que la pasión que alguna vez alimentó su compromiso con su trabajo ahora era una fuente de agotamiento y estrés. No es un caso aislado.
La encuesta realizada por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) reveló que un preocupante porcentaje de empleados en diferentes sectores y niveles jerárquicos reportan sentir los síntomas de Burnout.
La sensación de agotamiento es tan abrumadora que algunos encuentran refugio en cambios de hábitos perjudiciales, como un aumento en la ingesta de alimentos por desesperación.
Los efectos adversos del Burnout no solo tienen implicaciones en la salud individual, sino que también repercuten en la productividad y el clima laboral.
La inclusión del Burnout en la clasificación de enfermedades de la OMS ha sido aplaudida por expertos y profesionales de la salud mental, ya que brinda mayor visibilidad y comprensión a un problema que afecta a millones en todo el mundo. Además, esto podría servir como catalizador para la implementación de políticas y medidas preventivas en el ámbito laboral, así como para destigmatizar las conversaciones sobre salud mental en el lugar de trabajo.
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