Empresas y compañías de diversas partes del mundo han empezado a trasladar su producción y equipos a México para tener un centro de fabricación más cercano a Estados Unidos, el mercado más grande de consumo, como resultado de la recomposición en el comercio mundial.
Incluso empresas provenientes de diversas naciones de Asia buscan instalarse en nuestro país mientras otras analizan invertir miles de millones de dólares para elevar la producción de bienes que se exportan libres de aranceles a la Unión Americana.
Hay ejemplos recientes: hace unos días la BMW invirtió en una nueva planta en San Luis Potosí, inaugurada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador; el Canciller Marcelo Ebrard realizó una gran promoción del Plan Sonora en Puerto Peñasco con más de 60 embajadores de diversos países y Tesla analiza instalar una nueva planta armadora en un parque industrial de Nuevo León o Hidalgo.
Expertos económicos explican que las interrupciones en la cadena de suministro, los cierres prolongados relacionados con el covid en China, el alza de las tarifas de envío y la incertidumbre geopolítica causada por la invasión de Rusia a Ucrania están provocando la tendencia de nearshoring.
Otro ejemplo es Tijuana, uno de los centros de fabricación de exportación de televisores y productos electrónicos más grandes del mundo, los parques industriales están casi al cien por ciento de su capacidad. En otras ciudades fronterizas ocurren fenómenos similares y la demanda de empleo va en aumento.
Sin duda la economía mexicana, basada en la manufactura, pactos de libre comercio como el T-MEC, y la frontera con Estados Unidos (con escasez de mano de obra barata), son los principales atractivos para los inversionistas y sus empresas.
Más aún, según pronósticos del FMI, la economía de México crecerá más que la de EUA y Canadá en 2023. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional la economía mexicana crecerá este año 1.7 por ciento, por encima de países como Francia, Alemania y España, mientras que la India será el de mayor crecimiento.
La buena perspectiva económica para la inversión extranjera directa deberá sortear dos obstáculos: el primero es la falta de energía eléctrica suficiente y competitiva para la creciente demanda en curso que frena un flujo mayor de entrada de capital privado productivo a México.
El segundo es el proceso de sucesión presidencial que vive México, donde la mayoría de los empresarios e inversionistas ven al Canciller Ebrard como el candidato de Morena con mayores posibilidades de ganar las elecciones de junio del próximo año y quien mejor puede proyectar a México a una nueva fase de crecimiento y desarrollo con un enfoque social de izquierda moderna y progresista, para consolidar a la 4T. Muchos de ellos esperarán a finales de noviembre o principios de diciembre para tomar sus decisiones de inversión futuras.
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