Cada vez es más común escuchar el término de vivir en una relación tóxica.
Una relación así, es cuando cambia el comportamiento de manera agresiva en una o ambas partes y estas son siempre relaciones destructivas, y es muy difícil deshacerse de la dependencia emocional que implica.
Para los expertos, una relación se identifica como tóxica cuando causa daño a una o ambas partes se dañan en lo individual, o entre sí.
Actualmente, la mayoría de las relaciones amorosas se basan en una montaña rusa de sensaciones. Sin embargo, hay ocasiones en las que la víctima casi siempre es revolcada de una manera indescriptible e incomprensible, en evento negativos de interrelación, que finalmente resultan tener más efectividad que el propio enamoramiento.
Hay que destacar que las relaciones tóxicas no solo se dan en la familia, el matrimonio, el amor, etc. Han trascendido hasta las redes sociales, lo que habla de una evolución a lo largo de los años, donde hasta detrás de un celular o un monitor, una relación puede verse afectada.
Como lo llaman los expertos en la materia: una relación tóxica es aquella en la que cualquiera de las partes, a pesar de tener amor (o algo similar) hacia el otro, causa daño continuamente, por lo que significa cruzar la línea de la violencia psicológica y física.
Los sentimientos definen este tipo de relaciones como sufrimiento y lo que se conoce como la “montaña rusa” de sensaciones, en la que la víctima se encuentra siempre en un estado de euforia y de constante expectación viviendo muchas veces hasta ataques de ansiedad.
Incluso si se siguen los consejos de un terapeuta, el trauma secundario de una relación tóxica puede manifestarse en forma de problemas de autoestima, autolesiones, confusión, trastornos alimentarios, mucha ansiedad y terminar en depresión.
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